𝙝𝙚𝙖𝙙 𝙤𝙫𝙚𝙧 𝙝𝙚𝙚𝙡𝙨 ! ;; affocream

verse O2. veritas vos liberabit

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" La verdad os hará libres ". Ese era el lema que había adquirido la Casa Señorial desde el día de su fundación y que ahora lucía en su emblema. También era una frase que había rondado la mente de Clotted desde hacía ya tiempo, dando vueltas como un acertijo indescifrable.

Para él, la verdad era todo aquello en base a lo que le habían educado. La elegancia, la seriedad, la virtud de la paciencia y el saber tomar buenas decisiones, la honra a la familia...

Todos aquellos límites que sobrepasaran ese mundo de formalidad y diplomacia era ignorado. No lo necesitaría cuando se convirtiera en un hombre de provecho, con un importante puesto y una familia tan tradicional como lo había sido la suya. Así era como lo quería su padre y así era para lo que había sido preparado desde su nacimiento.

La verdad nos hace libres, pero Clotted nunca pensó que ese fuera su caso. Había verdades que el guardaba para si mismo las cuales sabía que si en algún momento salieran a la luz, sería su condena.

Se dice que cuanto más te esfuerces en esconder algo, más difícil será mantenerlo oculto.

Ese pequeño secreto que te guardas para ti mismo podría ser una nimiedad sin verdadera importancia o algo que podría arruinar tu vida, pero, de la forma que sea, no quieres que este en boca de nadie. Por eso eres meticulosos con cada una de tus acciones, mides tus palabras con minuciosidad e incluso puedes llegar a mostrarte ansioso al respecto.

Clotted no era una excepción a esta norma.

Desde que era niño nunca había mostrado interés en las chicas. Nada que despertara las alarmas de nadie en su entorno. Después de todo aún tenía unos doce años por aquel entonces, además de que su vida era tan ocupada como la de un adulto promedio, por lo que a penas tenía tiempo para ese tipo de asuntos.

Pero a medida que pasaba el tiempo, para el mismo Clotted se hacía más evidente de que no era solo cuestión de madurez. A sus diecisiete años, mientras que la mayoría de chicos de su edad tenían la cabeza vacía y el cajón de la mesilla lleno de revistas con mujeres desnudas, él jamás había planeado ni siquiera tener una novia. A veces sus padres trataban de presentarle a las hijas de sus amigos cercanos o de algún compañero de negocios. El chico las trataba con amabilidad e incluso pudo llegar a disfrutar de la compañía de alguna de ellas, pero seguían sin despertar su interés.

Por ese momento, Clotted pudo autoconvencerse de que si ninguna mujer había llamado su atención hasta el ahora era porque estaba centrándose únicamente en su formación. Sin embargo, mientras seguía madurando, por todos lados recibía señales de que estaba equivocado.

En realidad estuvo presente desde niño, en los glamurosos actores de Hollywood que a veces captaban su atención o en los modelos de revistas que a veces hojeaban sus tías. Había algo en ellos, en su gracia casi etérea capaz de levantar la pasión de cualquiera.

Aun así, eso seguía sin suponerle un problema ¿ A caso era un pecado apreciar la belleza de un hombre? Ciertamente no, pero sabía que aquel sentimiento iba más allá que una simple admiración. No era solo una celebridad que le parecía atractiva.

Su despertar llegó cuando, una vez en la secundaria, comenzó a fijarse más en sus compañeros de clase. No podía decir que sintiera un amor pasional por ninguno de ellos, ni creaba fantasías morbosas como más de uno pudiera pensar. ¿ Pero no era encantador el rostro salpicado de pecas de Wildbery ? ¿ No era hermosa la dulce la voz de Herb, el andar gracioso de Sparkling, o la forma en la que los cabellos lacios enmarcaban el los rasgos esculpidos de Dark Choco ?

A pesar de eso, Clotted no hacía más que engañarse a si mismo. Sabía el infierno en el que se convertiría su vida si por algún casual alguien llegara a enterarse de su secreto.