Vegas - Pete

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Pete descansaba en el pecho de Vegas mientras jugaba con una de sus manos, se tapa la luz de la habitación con ella, mientras el más bajo lo miraba con una sonrisa que se dibujaba de oreja a oreja en su rostro. El más alto repasaba con sus dedos las líneas de la palma de la mano de Vegas, como si quisiera descubrir que secretos se escondían en ellas, siempre le habían llamado la atención, no estaban marcadas por la pistola, ni por los múltiples golpes que daba con ellas, los cortes que aparecían después de pasar horas entrenando estaban completamente desaparecidos y sin dejar apenas marcas en estas; las suyas, al contrario, estaban llenas de cicatrices y marcas o rozaduras de las duras batallas, de las heridas de los entrenos, de las armas...

"Sensible, dice que eres una persona sensible, necesitas amor", la voz de Vegas sonaba ronca, llevaban horas en silencio, acariciándose, incluso Pete había pensado que el más bajo se había quedado profundamente dormido hacía rato, no sería la primera vez que se duerme sin apagar la luz. El más alto no pudo evitar sonreír, reconocía esa frase a la perfección, recordaba ese libro y como leyó esa misma expresión cuando Vegas le dijo su signo del zodiaco, en ese momento temía su reacción tras escuchar sus últimas palabras, incluso recordaba la reacción que este tuvo, lo que no esperaba es que Vegas la recordara tan claramente después de tanto tiempo y, todavía menos, teniendo en cuenta lo mucho que el más bajo odiaba pensar en aquella faceta de su vida, la cual siempre había querido borrar de su memoria.

"Sigo pensando que no iba tan equivocado cuando leí eso, eres alguien muy sensible", Pete no pudo evitar dejar un leve beso en la mano de Vegas y sonrió al notar como su cabeza se movía a consecuencia de la risa del mayor. Vegas era de las personas más sensibles que Pete había conocido en su vida, debajo de esa capa de hielo que siempre enseñaba a la gente que lo rodeaba había un chico completamente distinto, un chico cariñoso y sensible, un chico que era capaz de hacer cualquier cosa para animar a sus seres queridos, por no hablar de cuando se trataba de Macao, por él era capaz de cualquier cosa en su significado más literal. "¿Sigues pensando qué tu vida es patética?" Pete bajó su tono de voz y se incorporó levemente en la cama para poder mirar a Vegas a los ojos, y saber la realidad de la respuesta que iba a darle.

La pregunta de Pete hizo que el mayor recordara otro momento que parecía haberse desvanecido temporalmente en su cabeza, "mi vida es patética, ¿verdad?" esa pregunta se la dijo al chico cuando aún lo tenía encerrado en aquella habitación, su padre había vuelto a golpearlo en un arrebato de enfados, y lo único que pudo articular Vegas cuando volvió a la habitación y vio a Pete mirándolo con esos ojos de preocupación fue eso, como si el chico fuera a atreverse a darle respuesta a esa pregunta, una pregunta a la cual él mismo había dado una respuesta hacía mucho tiempo atrás. "No, ahora es perfecta", Vegas no tardó mucho en contestar, sabía perfectamente cuál era la respuesta que quería dar, hacía mucho tiempo que su vida había dejado de ser patética para dar paso a una vida que no cambiaría por nada en el mundo.

Pete lo observó con una gran sonrisa, no hacía falta leer sus ojos para saber que las palabras que el más bajo acababa de decir eran verdaderas, solo hacía falta ver la leve sonrisa que había en su rostro, ese era el único indicador que el más alto necesitaba para saber la veracidad de la respuesta. Recordaba como vio esa pequeña sonrisa en ciertos momentos concretos durante el tiempo que estuvo conociendo a Vegas en aquellas cuatro paredes, poco a poco pudo darse cuenta que solo aparecía cuando era su corazón el que hablaba, cuando no dejaba que su mente dijera una mentira para ocultar lo que verdaderamente sentía, cuando dejaba que el hielo que lo rodeaba se derritiera.

El más alto volvió a apoyarse de nuevo en el pecho de Vegas, notando como este lo abrazaba con delicadeza, volviendo a acariciarla y cerrando los ojos. El silencio volvió a reinar en el lugar, solo podían escucharse sus respiraciones hasta que el más alto empezó a reír levemente, llamando la atención de Vegas, el cual no entendía a qué venía esa acción por parte de Pete, pero sin darse cuenta acababa por contagiándose y él también empezó a reír. "Es curioso, lo mucho que creía que te odiaba cuando escapé, cuando lo que no quería mostrar o entender era lo completamente enamorado que estaba", la voz de Pete era lo único que podía escucharse en la habitación, Vegas se movió levemente para poder mirarlo a la cara sin que este tuviera que levantarse o dejar de estar apoyado en su pecho.

"Era incapaz de contar lo que sucedió, y no por sentirme avergonzado de ello, o por no querer hablar del tema, sino porque temía que pudieran hacerte daño, me aterraba que decidieran ir a por ti y tuviera que responder frente a mis sentimientos de esa forma tan comprometedora. Ahora me hace gracia pensarlo, porque cuando me fui era incapaz de imaginar una vida sin ti mientras me iba, no podía dejar de pensar en cómo estarías al despertar, en lo mucho que me odiarías por abandonarte después de todo"

Vegas lo besó, evitando que el más alto siguiera hablando, no sabía porqué hizo eso, porque no permitió que el otro siguiera expresando lo que su mente pensaba. El beso tenía un pequeño gusto salado, Pete se percató de las lágrimas que caían por las mejillas de Vegas y rápidamente subió su mano hasta sus mejillas, secándolas con cuidado y correspondiendo al beso, cerrando sus ojos y dejándose llevar. Era un tema delicado, era un tema del que no solían hablar a menudo, a pesar de demostrar verbalmente con palabras de amor todo lo que sus corazones pensaban, los temas del pasado habían quedado escondidos y no solían salir fácilmente.

"Nunca pude odiarte, incluso estaba dispuesto a entregarme en un inicio, sentía que sería incapaz de poder vivir en un mundo sin ti o sabiendo que me odiabas. Sentía que era mi única opción para que me perdonaras, para que pudiera verte de nuevo y, quizás, poder disculparme por todo el daño que te hice, por cargar toda mi rabia en ti"

Esta vez fue Pete el que cortó al chico, esta vez fue él quien lo besó para callar sus palabras, para callar sus pensamientos. El beso volvió a ser salado, pero esta vez por culpa de las lágrimas que resbalaban por ambos rostros, hablar de ese tema era abrir una herida que estaba tardando mucho en sanar en ambos corazones, era recordar un momento de su relación que casi los separa para siempre, que no les permitía expresar lo que estaba empezando a florecer en el fondo de sus corazones. Era una pequeña espinita que intentaba escapar de vez en cuando, esa pequeña espinita que era necesaria sacar para que la herida pudiera sanar del todo, aunque sintieran que no había nada que pudiera dañarles mientras estuvieran en las manos del otro, hasta que no pudieran sacar todo lo que les hacía daño nunca se sentirían en paz por completo. Pero aceptar ese paso era una cosa que tomaría mucho tiempo, muchas lágrimas y muchos años de confianza, por mucho amor y aprecio que hubiera entre ellos, por muy imparables que fueran, ninguno estaría nunca preparado para abrir por completo su corazón y dejar salir todo su dolor, de la misma forma en la que ninguno estaba listo para escuchar las palabras que tanto daño les causaría, no estaban preparados para escuchar lo que les hacía sentirse culpables de todo lo que sucedió, porque ambos sentían esa parte de culpabilidad que no eran capaces de expresar.

No era miedo, no era falta de confianza, era un miedo a dañar, a recordar y hacer daño a su compañero, de volver a pensar en ello y de provocar una conversación para la cual ninguno estaba preparado.

-Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora