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Jisung no tenía idea de dónde estaba ni qué ocurría.

Más bien sí, no era idiota, no tenía retraso. Su padrastro estaba muerto y él sentía malestar estomacal cuando recordaba la masacre que había ejecutado. Cuando asimiló por completo lo sucedido se encerró en el baño y lloró, lloró con gritos. Llamó a su mamá y su mejor amiga de la infancia de la cual no recuerda el nombre real pero sí recuerda llamarla "Lily". Ella era una niña muy risueña que siempre usaba pantaloncillos arriba de los tobillos color blanco. Jisung no entendía por qué siempre los usaba si al final del día terminaban llenos de tierra y caramelo. En una ocasión la vio usar un vestido amarillo, fue en una fiesta entre los vecinos del barrio, se miraba ridícula. Jisung la molestó todo el día hasta que su tía lo reprendió por molestar a las mujeres alegando que las debe respetar porque era su obligación. Jisung odiaba el estigma de tener que ser hombre, odiaba tener que cederles a las chicas el asiento en el transporte y defenderlas en las fiestas de chicos molestos. ¿Quién lo defendería a él? Nadie, claramente. Nadie pensaría que él necesitaba ser defendido. Tenía pectorales, abdominales y brazos capaces de cargar un refrigerador. Sus piernas eran grandes, gruesas; era atlético, atractivo según algunas chicas de su antigua facultad, pero cuando llegaba a casa sus brazos musculosos se volvían como dos tiras de sopa. Incapaces de defenderse, incapaces de impedir que el cerdo se lo comiera. Era curioso porque Jisung no lo odiaba. Se repetía una y otra vez lo enfermizo de la situación y lo traumático que era, pero después del miedo y el dolor se invadía de placer; después de llorar en el baño tuvo una erección recordando una ocasión donde su padrastro se estaba masturbando frente a él, Jisung tenía como diez años, tal vez menos, el hombre tenía su erección a la altura del niño y la acariciaba de arriba a abajo con emoción. Cuando Jisung apartaba la mirada el hombre le decía que volviera los ojos a él, como si le excitase tener la mirada de un infante sobre su hombría. Cuando eyaculó el semen cayó en el rostro del menor y de manera firme el hombre dijo trágatelo.

Los guardias lo sacaron arrastras del baño y lo ataron a la cama, Jisung no se defendía, pero había cometido un asesinato así que no los juzgaba por ser extremistas.

Las paredes de la habitación eran amarillentas, seguramente por la suciedad, le recordaban al vestido amarillo de Lily. La extrañaba. Repentinamente se mudó con su familia a la ciudad cuando él tenía dieciséis años. Tal vez se encuentre con ella cuando salga de ese lugar, o no.

Jisung comenzó a llorar nuevamente. No saldría de ese lugar nunca y si lo hiciese probablemente iría a prisión por el resto de su vida.

Su vida era tan miserable, ya no quería vivir.


A la mañana siguiente despertó adolorido, era una clase de dolor reconfortante porque no estaba adolorido por los golpes de su padrastro. Tenía los brazos entumecidos y los pies congelados pero nunca había dormido tan plácidamente en su vida. Abrió los ojos y se encontró con el doctor de la última vez. Lee Minho. Cabello oscuro, piel del mismo color que la suya y aspecto fornido. Él lo miraba en silencio, como si temiera despertarlo con el simple hecho de plantar sus ojos sobre él. Sintió dulzura y trató de moverse, pero las ataduras de la cama rechinaron. Aquel doctor hizo una seña y un hombre vestido de blanco apareció detrás de él, le retiró los amarres a Jisung y se fue. Sólo quedaron ellos dos.


—Buenos días, ¿cómo estás?


—Estoy bien, dormí bien.


—¿Cómo te sientes?


Jisung se mantuvo en silencio unos momentos, ese tipo hacía demasiadas preguntas y por más sencillas que pareciese, él no tenía idea de cómo responderlas.

dicks tree || ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍWhere stories live. Discover now