Chapter Four | Fantasías rotas

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En lo más profundo del castillo, por uno de los pasillos más desolados de los que nadie podía habitar, se encontraba retumbando su caminar el próximo heredero al trono. Vegetta lucia tan pulcro como todas las mañanas, su cabello perfectamente recortado, sin ninguna arruga visible en el traje hecho a la medida, dejando a las jóvenes sirvientas con más de un suspiro.

Aun con la mala reputación que tenía sobre sus hombros, todos los aristócratas de los pueblos vecinos le proponían casamiento con sus hijas, esperanzados de que estas fueran del gusto del joven príncipe y que en algún futuro fueran reinas consorte del pueblo más grande del continente.

Karmaland era envidiado por muchos, por el gran reinado que estaba teniendo el rey Aragón II, en todos sus años en el trono no había vivido ni un tipo de revolución o discrepancia con el pueblo. Todos esperaban que los hijos tuvieran el mismo tacto al gobernar.

El mayor de todos era Vegetta De Luque, 32 años de vida eran suficientes para mostrar su madurez en el semblante de su frente. A tan temprana edad tuvo que aprender lo que era ser un líder, dejando los cuentos por horas y horas de lecciones con los maestros de las divinidades. Tenía que ser perfecto como su padre, como su abuelo, su tatarabuelo y todas las generaciones anteriores a él, quería que el pueblo lo viera de la misma forma en la que miraban al rey.

El segundo tenía la vida más simple, Alexby XI era lo que se podía considerar el más tranquilo, pero a la vez el más inesperado, ser el tercero en la línea al torno lo alejaba de algunas responsabilidades que eran exclusivas para el mayor. Sus deberes reales no se alejaban del grupo militar del pueblo, como tradición de años, cada miembro en esa posición debe de tomar el rol de sargento de las fuerzas armadas. Y el olvidado de la familia real no fue la excepción, demasiado joven para tener las miradas sobre cómo podría gobernar, demasiado viejo para ser el consentido.

El ultimo, pero no el más escondido era Luzu I, siendo el menor de la familia siempre sostuvo un tipo de miradas distintas a las de Samuel, desde un inicio sabía que jamás se sentaría en ese trono hecho con restos de coronas viejas. Tampoco tenía la responsabilidad de cargar un ejército sobre sus hombros. Solo él, era chico que se sentaba a mediados de la tarde a platicar con el maestro de las enseñanzas viviendo en las fantasías que su madre le leía todos los días. No le costaba admitirlo, era un niño de mamá, la reina consorte Dalia, siempre protegía al menor tanto como podía, consintiéndolo al ser el único hijo que no se llevaron de sus brazos a una edad tan temprano.

Fue una pena para el reino verla morir a tan joven de edad, una flor marchita en plena primavera. Esa temporada fue la peor de todas, las cosechas no tenían la misma fuerza de siempre. El príncipe Luzu no salió de su habitación por una fase lunar completa, deseando que todo hubiera sido una simple pesadilla y que al despertar su madre estuviera abrazándolo, calmando sus inseguridades con un par de besos en la mejilla y carias en el cabello.

Ojalá | LuckityWhere stories live. Discover now