Chapter Five | El retorno de un nuevo rey.

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Quackity sabía que había hecho mal en traer a un desconocido cuando su pie cruzo el primer perímetro de su pequeño y humilde hogar.

En todo el camino, cuando la brisa del viento fue el único testigo del incomodo viaje, el pato contuvo las ganas de ver de reojo al hombro posado a su lado. Su fuerte complextura y aura misteriosa fue el complemento perfecto para alejar las miradas de todos los habitantes del terrible barrio oscuro.

Es como si apropósito hubiera elegido el disfraz perfecto, o bueno, que al menos eso hubiera sido su intención. Porque el único inconveniente de su plan, fueros esos ropajes tan finos y suaves. Quackity no tenía conocimientos de moda o textiles, sin embargo en su vida había sentido algo tan suave como la capa de desconocido.

Nunca confió en nadie además de su maestro y del pobre prostituto de la calle más desolada, pero algo dentro del hombre de capa negra le dejo abrir esa gran puerta de acero puro.

—No toques nada. —Quackity escupió con desdén al cerrar la puerta detrás de él.

Ante la llegada de un sonido inesperado, el desconocido salta dentro de su propio eje, viendo con curiosidad al menor de la habitación.

—Perdón, no era mi intención entrometerme en tu vida. —La voz tan suave y cálida llego como un cantar espléndido a los oídos del presente.

Con un sonrojo creciendo en sus pálidas mejillas, Quackity desvió la mirada, prestando mucha más atención a su estómago que exigía un poco de alimento.

Pensándolo un poco mejor, no recordaba que en su hogar alcanzara comida para otra boca a la cual alimentar. A lo mucho tenía un pedazo de pan extra por si Rubius aparecía de sorpresa después de sus largas jornadas de trabajo.

A Fargan nunca le agrado que el oso se la pasara solitario tanto tiempo, siempre procuraba que tuviera la compañía de alguno de ellos.

Su pequeña familia disfuncional que se entendían entre ellos.

—Deja de disculparte, está comenzando a molestarme. —El pato soltó con un gruñido leve, abriendo el viejo refrigerador.

Su malestar creció aún más al percatarse que estaba en lo correcto, un par de papas oxidándose, una jarra de leche con días de expiración y unas rodajas de zanahorias del huerto. Estaban adornando el vacío refrigerador.

—Creo que aún no te he dicho mi nombre. —El desconocido volvió a llamar su atención. —Me llamo Zulu.

Quackity cerro el refrigerador de golpe, viendo al nuevo habitante del hogar con seriedad. "Zulu" , el misterioso chico de telas caras y rostro bondadoso. Algo dentro suyo le decía que ese nombre no era el correcto, pero poco le importaba, todos en esa zona tenían nombres nuevos ocultando un pasado terrorífico.

Ojalá | LuckityWhere stories live. Discover now