Chapter Six | No juegues con fuego

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—Sé que es inesperado, pero en serio Fargan. El chico es de fiar.

Bien, la situación actual no era tan diferente a lo que su mente había estado divagando a lo largo de las horas.

Justo cuando Zulu terminó con su magnífico recital de dulces palabras de aliento, Quackity lo llevó a la pequeña sala en donde se encontraba el viejo sillón, el amanecer resplandecía en el horizonte, así que no estaba de más dormir un par de horas hasta que el dueño del territorio llegara.

No fue difícil para el nuevo inquilino reposar su cabeza en la dura almohada, un viaje demasiado largo había repercutido en su espalda. No fue nada sencillo escapar del castillo sin que ninguno de los caballeros de la guardia real lo encontrará, mucho menos la secta que Vegeta tenía como caballeros secretos.

Un grupo de soldados que estaba únicamente para seguir órdenes del príncipe, ni siquiera su hermano Alexby, el coronel de las tropas, tenía el control sobre ellos.

En medio de un sueño predominante, Luzu descanso un poco su mente de toda la situación por la que estaba pasando, hace un par de días estaba descansando en una cama hecha por las plumas más suaves de todo el imperio, ahora le debía la vida a un joven de aspecto débil y posiblemente con una desnutrición avanzada.

Entre suspiros, le rezo a los dioses que le ayudaran a poder descifrar la verdad detrás de todo, para así salvar al reino de las próximas desgracias que se aproximaban.

—Como voy a explicar esto. —Quackity se sentó en el sillón parchado, colocando sus codos sobre sus piernas. —¿Qué le voy a decir a Fargan?

Por más que se comportara indiferente hacia los verdaderos sentimientos que tenía por el gran búho. Quackity siempre lo vio como esa figura que podía considerar paternal, fue la única persona que le dio la mano cuando todos lo rechazaron y lo trataron como un objeto desechable.

Aun recordaba cuando lo conoció por primera vez, como apareció en la pequeña habitación sombría, trayendo un poco de luz a su oscura vida. Al principio no confiaba en él, parecía uno más de los viejos ancianos que controlaban todo lo que podía ser. Refunfuñando cada vez que lo mandaba a hacer alguna actividad o lo obligaba a tener modales.

Odiaba como comenzaba a encariñarse con la única persona que lo miraba como un igual, quien le enseño a cómo defenderse de la crueldad del mundo, en no confiar, ni en tu propia sombra.

Quackity nunca entendió que vio en él, como para comprarlo en la subasta de uno de los más grandes e importantes proxenetas del imperio. Tampoco entendió como fue que lo dejaron irse, como si no le hubieran recordado todos los días bajo su mando, que era el único hibrido pato que tenían en su posesión.

Cualquier motivo que hubiera tenido entre sus manos, fue el suficiente como para alejarlo de su propia muerte y del cual estaba gratamente agradecido.

—Veo que no dormiste hoy. —Fargan cruzo la puerta justo cuando el brillo de la mañana golpeaba las ventanas. —No sé cuántas veces tengo que decirte, que no debes desvelarte.

Ojalá | LuckityWhere stories live. Discover now