43 - Aceptación

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- Aemond

Llegamos a mi habitación aunque siendo fiel a la verdad, Visenya me arrastró hacia ella.

- Lo sabía, Vis, sabía que esto pasaría. Tu padre nunca dejará que seas mi esposa...

No dejaba de dar vueltas en la estancia hasta que ella llegó a mi lado y me paró tomando mis brazos frente a mí para colocarlos en su cintura y rodearme el cuello con los suyos.

- Vis por favor, esto - dije mirando mis manos en sus caderas - era lo último que me faltaba en el día de hoy para que tu padre me mande de cena a Caraxes - quise soltarme pero ella no me dejó.

- Para ya Aemond - me pidió - te avisé que me dejaras hablar con ellos primero justo para evitar esto.

- Visenya, tu querido "amigo" me ha acusado de llevarme la maldita virtud de su hermana, era hablar  ahora o tener una boda en Invernalia el próximo mes - dije exasperado.

- Admito que no ha estado bien lo de Jon - dijo mirando al suelo.

- Lo estará cuando le raje su maldito cuello - escupí - de sucio mentiroso.

- ¿Seguro que es mentira? - y aquella pregunta se sintió como un balde de agua fría. ¿Estaba dudando de mí?

En ese momento entró Daemon mirándonos muy serio a ambos con su mirada fija en mis manos en su cintura.

Maldición, venía a matarme.

Llevé a mi espalda a Visenya a la vez que sacaba mi espada y la ponía entre él y yo; no pensaba morir sin luchar antes.

- ¡Aemond! - gritaba en mi espalda Vis.

Vi como Daemon ponía sus ojos en blanco pero no sacaba a Hermana Oscura; aquello me tranquilizó.

- Baja tu espada tuerto, todavía no es tu día - dijo algo más sereno a como estaba horas antes.

Después de pensarlo unos segundos, deshice la posición de ataque guardando mi espada y dejando que Vis saliese de detrás de mí, aunque ésta estaba con sus brazos cruzados bastante enfadada.

- Padre, espero que vengas con una disculpa - dijo Vis.

- No voy a disculparme por decir lo que pienso de él, así que Aemond, vete acostumbrando - amenazó.

- ¿Entonces a qué has venido? - pregunté - ya te he dicho que pienso casarme con ella.

Ahora que había tomado la decisión, que me había planteado mi futuro con ella y que, maldita sea, me había sincerado conmigo mismo, no iba a dejarla. Si alguien se interponía entre el matrimonio de Vis y mío, juro por los Siete que lo prenderé en llamas.

- He prometido no hacerte daño a mi mujer, pero no me des motivo para romper una promesa - me dijo serio.

Se sentó en uno de los asientos que había invitándonos a sentarnos a ella y a mí. Su mirada era seria y no dejaba de acariciar la empuñadura de su espada por lo que yo tampoco dejaba de hacerlo de la mía.

- No podéis casaros hasta que no solucionemos el asunto con el Norte - dijo en tono frío - te han acusado de acostarte con la hermana del Stark, Aemond, primero hay que ver qué hacemos con eso.

Black DragonsWhere stories live. Discover now