Capítulo 11

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Era viernes por la tarde y la multitud escolar se dirigía al campo de fútbol americano entre risas y empujones amistosos; el primer partido de la temporada se llevaría a cabo en menos de media hora y nadie se lo quería perder por nada del mundo. 

El arte y la pasión por el deporte iban graciosamente de la mano en esa talentosa sociedad estudiantil.

Niall daba grandes zancadas, apresurando el paso de Harry. Ya iban tarde y quería comprar un poco de botana para disfrutar al cien por ciento el juego. 

—¡Rápido Hazz! —exclamó, tomándolo sin cuidado del brazo—. ¡Nos van a dejar sin buenos lugares! 

El menor volteó los ojos, poniéndolos en blanco y no dejó de caminar a su velocidad.

—Esto no estaría pasando si-… 

—Si yo hubiese llegado a tiempo —Imitó perfectamente su acento—, no me lo repitas, ya lo sé, pero tenía cosas que hacer. 

—Déjame adivinar… ¿Dormir o comer? —preguntó socarrón, tropezando con sus propios pies—. ¡Más despacio! 

—¡Ambas! —bramó, a la ligera—. No he tenido tiempo para descansar bien, tu alfa me tiene harto con sus tareas, ¡él dijo al inicio que no iba a saturarnos! 

La mención inesperada en voz alta, hizo que Harry se detuviera en seco y su amigo trastabilló hacia atrás, con el repentino jalón en sentido contrario. 

Su frecuencia cardiaca se alborotó y escaneó con mesura el entorno, agradecido de que no hubiese ningún compañero transitando cerca de ellos. 

—¿Qué diablos dijiste? —No evitó gruñir. 

Niall le sonrió inocente, encogiéndose de hombros. 

—Bueno, es que si nos está dejando demasiada tarea y solo llevamos dos semanas… 

—¡No me refiero a eso! —Sus cejas se alinearon y lo miró fulminante—. ¿Te das cuenta de que no piensas lo que sale de tu boca? 

—Sí, generalmente así funciono —certificó, sin recato—. ¿Qué hay de malo en eso? 

—No puedes ir por la vida diciendo cosas como esas, alguien te puede oír —El rubio a veces era un testarudo, tenía que hacérselo saber—. Ya te dije que no es mi alfa...  

Tras pronunciar la última oración, sus mejillas se encendieron.

No podía mentir, la idea no le desagradaba de ninguna manera, pero no albergaría expectativas inalcanzables que al final dieran como resultado un doloroso corazón roto.  

Quizá haberle contado a Niall lo ocurrido el día en que Thiago estropeó su lámina, había sido un arma de doble filo; ahora tenía que soportarlo mañana, tarde y noche con bobas suposiciones respecto al tema.  

Cansón e insistente hasta por mensajes de texto.

Por su lado, fastidiado de la negación, el beta tuvo que cruzar los brazos, con una sonrisa torcida asediando su semblante.  

—Si lo es, pero aún falta que sea de manera oficial —titubeó, audaz—. Y el día en que formalicen una relación... ¡La universidad entera morirá de envidia!  

Harry tosió y se golpeó el pecho.

Su imaginación era el rival más duro que vencer, siempre terminaba vagando en escenarios ficticios que se asentaban en un cuento de hadas, en una historia escrita a mano y con infinidad de correcciones, pero que contenía el final más bonito de la galaxia.

Una obra que, en sus pensamientos, culminaba en un lazo inquebrantable con Louis.  

Y le era más complicado disipar ese tipo de destellos impertinentes teniendo a Niall como aliado... o como enemigo, ya no sabía de qué lado estaba.  

The pretty artist 🎨  || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora