Capítulo 22

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La casa de los Styles era divinamente acogedora

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La casa de los Styles era divinamente acogedora.

La luz cálida del vestíbulo establecía una atmósfera agradable, el tapete de bienvenida combinaba con la decoración general y la esencia que esparcía el difusor de aceites, le agregaba el toque reconfortante a la bonita vivienda.

Christina fue la encargada de recibirlos, sonriendo desbordante al abrir la puerta y dándoles acceso con su característica amabilidad.

Se transformó en la mujer más feliz del planeta cuando vio a su hijo abajo del umbral; él normalmente regresaba en vacaciones ya que el trayecto de la universidad hasta ahí, era tedioso y largo para solo pasar un fin de semana.

Para Louis era sencillo ir y venir, hacía la mitad del tiempo estimado gracias a su auto y ya conocía de memoria la ruta diaria. La preciosa reacción que la señora Styles tuvo al toparse con su retoño, hizo que se prometiera traerlo seguido.

—¿Por qué no me avisaste? —Ella reprendió a Harry—. ¡Ni siquiera he preparado la cena!

—No te preocupes por eso —Le respondió calmado, despojándose del suéter que portaba—. ¿Dónde está papá?

No lo mencionó, pero agradeció encontrarse primero a su madre al arribar, las sorpresas nunca faltaban y temió que su padre pusiera una mala cara al verlos llegar juntos.

—Está en el baño, la llave de nuestro lavamanos se averió y está tratando de repararla —dijo pausadamente e hizo una mueca desangelada—. Cuando termine de arruinarla más, bajará.

Sí, un matrimonio convencional.

Una risita casta escapó de la boca de Harry y enseguida miró a Louis; él yacía paralizado a un costado, con la visión sellada en un florero e inmóvil como una escultura.

Lo sujetó con suavidad de la mano, dándole un apretón para que centrara su interés en la situación actual.

—Uhm, mamá... —carraspeó un poco. Tuvo que superar el nerviosismo—. Conoces a Lou...

Con la pronunciación de su nombre, el alfa se irguió en busca de proyectar decencia y estructuró una sonrisa amable.

Relájate, relájate...

—Hola, señora Styles, que gusto verla —Con distinción, se acercó para saludarla con un beso en la mejilla—: ¿Cómo se encuentra?

—Hola, hijo —Correspondió el gesto y lo tomó del hombro con suavidad—. Estoy muy bien, me alegra mucho tenerte aquí.

—Gracias, para mí es un honor —expresó de buena fe—. ¿No somos inoportunos?

—Que va, ¡por supuesto que no! —alegó, realizando un aspaviento—. Pero me hubiera gustado que avisaran, al menos así hubiese cocinado algo desde antes.

La verdad, Christina amaba preparar una buena cantidad de alimentos cada que recibía invitados en su morada, poseía una sazón privilegiada y era parte de la experiencia compartirlo con aquellos que los visitaban; solía decir que literalmente, llevarse un buen sabor de boca era primordial.

The pretty artist 🎨  || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora