episodio siete.

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Spreen no recuerda cuando fue la última vez que se sintió así de feliz. Toda su vida había sido un sufrimiento constante, desde que escapó de sus padres hasta que llegó a Tortillaland. Nunca había sentido nada por nadie, aparte de su gata pelusa, está claro.

El híbrido había aprendido desde muy pequeño que los sentimientos solo te hacían ver más débil, es por eso que se comporta de la manera en que lo hace, se podría decir que es su mecanismo de defensa, su método para que los demás le teman y no quieran acercarse, evitando así el formar algún lazo con alguien y salir lastimado.

Pero con Juan era diferente. El hechicero lo hacía sentir extraño, como si estando con él pudiera bajar la guardia, relajarse. Juan es la única persona con la que se permitió abrirse, verse vulnerable, mostrar su yo real. Y si, aunque le cueste admitirlo, se había enamorado.

Por otro lado, Elisa y Ollie. Spreen no podía creer el amor que había desarrollado por aquellos bebés. Al principio de su llegada el oso no planeaba encariñarse con ellos, solo los cuidaría hasta que él y Juan encontraran a alguien que quisiera quedárselos. Sin embargo, la primera vez que Elisa lo llamó papá, su corazón dio un vuelco. Ya se había vuelto costumbre que ambos niños los llamaran papá tanto a él como a Juan, y aunque al principio ninguno lo aceptaba porque creían que esto solo haría que se encariñaran más con ellos para después de igual forma separarse, ahora que sabían que iban a quedárselos estaban bien con ello, aunque todavía no se acostumbraban por completo al apodo.

Ahora se puso a pensar en su primer beso con Juan, en lo bien que se había sentido. Nunca pensó ser él quien besaría a alguien, pero con el hechicero todo era distinto, lo quería todo con él. Por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz, y los causantes de esta nueva felicidad no eran más que aquellos adorables bebés que aparecieron de la nada y aquel chico de lentes que alguna vez creyó odiar. Y aunque al principio toda esta situación no hizo más que aterrarlo y hacerlo creer que debía alejarse, ahora sentía que si alguien se atrevía a hacerle daño a Juan, Elisa o Ollie, le arrancaría la cara.

Juan subió a su habitación luego de haberse quedado leyendo en su biblioteca por unas horas, encontrándose con la imagen más adorable que jamás había visto. Spreen se encontraba profundamente dormido en su cama junto con Elisa y Ollie, los tres acurrucados.

El mayor no pudo evitar sonreír ante esto, y es que toda la situación le seguía pareciendo surrealista. Spreen, el mismo que era considerado no más que un empresario frío y sin sentimientos que solo se interesaba en los negocios y en sí mismo le había demostrado ser todo lo contrario. Y ahora se encontraba ahí en su cama, durmiendo tan tranquilamente acurrucado junto con los bebés que habían prometido no quedarse.

Juan se acercó y les dio un beso en la frente a cada uno, sintiéndose también feliz por primera vez en mucho tiempo.

¿padres?Where stories live. Discover now