⫷ 12 ⫸ La cita.

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11 de diciembre del 2019

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11 de diciembre del 2019

—¿Que había encontrado Madeline en casa de los Hardwick? —pregunta el psicólogo sabiendo la respuesta.

No era la primera vez que le contaba cada detalle de lo sucedido, pero si esperaba que esta fuera la última.

—En la cochera había encontrado grandes cantidades de recipientes vacíos de Wimex. Si otra persona hubiera visto eso, solo diría "les gusta mantener los vidrios de sus autos siempre limpios".

Porque eso es el Wimex, una marca de limpiador de vidrios.

—Pero la persona que lo encontró fue justamente la indicada ¿no Reiza?

Asiento con seguridad. Madeline sabía que el cuerpo del señor estaba lleno de esta sustancia.

—Y ¿por qué harían eso? —cuestiona el psicólogo dejando de escribir para así mirarme a los ojos.

—El Wimex es una sustancia capaz de eliminar las huellas dactilares de cualquier superficie. Así que el causante de la muerte del señor Castle, solo se aseguraba de limpiar sus huellas.

11 meses atrás

Caminé con rapidez entre la multitud de estudiantes que salían de la escuela. Hoy era la cita con Eider. Estuve a punto de cancelarla, pero luego de lo que Madeline había encontrado en casa de su casa no podía.

Estábamos a nada de poder conseguir las pruebas suficientes para relacionar a los Hardwick con la muerte del señor Castle. Una gran cantidad de recipientes vacíos de Wimex no era suficiente. Necesitábamos más y algo me decía que eso que faltaba, el único que nos podría ayudar era Eider. Así que más que nunca debía estar cerca de él.

Cuando estoy a punto de salir de la escuela siento como alguien me toma de mi muñeca y me atrae a su cuerpo.

—¿Qué sucede? —pregunté al darme cuenta de que era Eider.

—Por ahí no, salgamos por otra salida. Me estacioné al otro lado de la escuela.

Solo asentí y me dejé guiar por él. No estaba precisamente a su lado. Sino un poco más atrás. Su mano bajó de mi muñeca a mi mano para así sostenerme de allí. Lo cual envió una corriente de energía por todo mi cuerpo.

Pensé en soltarme de su agarre. Pero yendo contra esa idea, no lo hice. Al llegar a su auto él fue que me soltó, noté sus intenciones de abrir la puerta, pero fui más rápida y abrí la puerta yo misma.

—Yo puedo, tranquilo.

Se esforzó para que su sonrisa no desvaneciera de su rostro. Se limitó a asentir y luego caminó hacia el lado del piloto, para así poder subirse en su auto, sin dudarlo imité su acción. Me percaté al tan solo entrar, que su olor estaba impregnando en todo el sitio, lo cual tenía sentido. Me coloqué el cinturón de seguridad mientras veía que buscaba algo dentro de su mochila.

Fuiste tú [Pausado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora