⫷ 14 ⫸ La confesión.

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—Así que es tuyo el auto en la entrada, Ebez —expuso mi abuela

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—Así que es tuyo el auto en la entrada, Ebez —expuso mi abuela.

—Sí, es mío señora White —responde Ebez.

Este se giró para poder darle la cara a mi abuela, aunque algo me decía que hubiera preferido no hacerlo. Al darme la espalda, me percaté de la gran diferencia de estatura entre nosotros, estaba segura de que él es el más alto de sus hermanos. Esto fue beneficioso para mí en aquel momento, me sirvió para acomodar un poco mi cabello y mi ropa al quedar oculta detrás de él.

—Bueno que suerte para ustedes, que decidí venir primero —habló ella.

Me coloqué al lado de Ebez para estar a la vista de mi abuela, así poder notar que ella nos veía a ambos con una sonrisa en su rostro.

—Sí el universo nos ama —comenté entre dientes queriendo desaparecer.

No tengo claro que está pasando por su cabeza. Pero tengo la sospecha de que una de las ideas, es que estoy teniendo una relación con mi profesor. Me puedo imaginar miles de reacciones ante esta situación y definitivamente ninguna de esas era la que estaba sucediendo en ese instante.

Ella comienza a caminar hacia a nosotros con sus manos llenas de bolsas. Pensé ayudarla, pero Ebez se me adelantó.

—Creo que es momento de marcharme, pero fue un gusto verla —comentó Ebez dejando las bolsas sobre la meseta, mismo lugar donde me encontraba hace unos minutos permitiendo que me besara y me tocara a su antojo.

Nadie tiene conocimiento de que habría pasado si mi abuela no hubiera llegado a interrumpirnos.

—No, te quedarás a cenar —dijo con autoridad.

—No es necesario señora White, no quiero molestar —Sus palabras hacen que una leve sonrisa se pose en mis labios.

¿Ahora está muy desesperado por irse? Cuando hace unos minutos le pedí claramente que se marchara y no lo hizo.

—¿Me estás rechazando una cena Ebez?—preguntó mi abuela con indignación — Elisa no te educó así.

Noté como la simple mención de aquel nombre hizo que este se tensara, las venas en su cuello lo delataron. Desde aquí podía notar como su mirada se oscurecía, como volvía hacer fría y distante. Así que no lo dudé ni un segundo y me acerqué a él, debía intervenir.

—Abuela, seguro él tiene otro compromiso —comenté colocando mi mano sobre su brazo, lo cual provocó que fijara sus ojos en mí. Eso fue suficiente para que las facciones de su rostro se relajaran.

—No es eso —expuso Ebez con su vista sobre mí —Solo no quiero interrumpir sus planes.

—Para nada acabas de alegrarme la noche —Mi abuela comienza a sacar las cosas de las bolsas y sé que debió percatarse de la intensidad de nuestra mirada. Así que me obligo a dejar de mirarlo para ayudarle a acomodar las compras —Reiza dile que se quede.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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