Capítulo 10

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ENTRE TUS MANOS

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Siento como mi cabeza da muchas vueltas. El mareo es incontrolable y mi estómago ruge de hambre. No había desayunado y ayer solo había tomado cerveza sin comer nada sustancial. Las consecuencias de mis decisiones me golpean con fuerza.

Este hombre me está volviendo loca, me siento atrapada sin salida. Su agarre en mi brazo es firme, casi doloroso, y me fulmina con una mirada fría y calculadora. Es un tremendo psicópata.

Sin ofrecer resistencia, dejo que me tome y me guíe. Bajamos de la banqueta y me pone un casco protector en la cabeza. Él se coloca otro y me invita a subir a su moto.

—No vayas a querer hacer una escena en medio de la calle porque no me va a importar nada —confiesa amenazante, con un tono que hiela mi sangre.

Cautivada por el miedo, hago lo que me dice y subo detrás de él. La moto es negra, reluciente, y parece muy costosa, como todo lo que usa este hombre. Me doy cuenta de que la gente mala, como él, siempre tiene todo lo que quiere.

No tengo idea a dónde me lleva, pero el terror se apodera de mí cuando comienza a aumentar la velocidad. El rugido del motor se mezcla con el viento que golpea mi cara, como si hasta la naturaleza estuviera en mi contra. Me sostengo fuertemente de él, mis manos agarradas con desesperación a su cintura.

Cierro los ojos, nerviosa y asustada, tanto por él como por el miedo a morir en un accidente. No quiero morir así; es una muerte muy dolorosa. Quiero morir entera, no en pedazos. Estoy segura de que va a la velocidad máxima, y en cualquier momento podríamos chocar. Siento que él también se quiere matar y llevarme con él en su locura.

La desesperación me consume, y el pánico me hace actuar impulsivamente, pellizco su abdomen y le doy unas palmadas en la espalda.

—¡Por favor! ¡Por favor! ¡Detente! —exclamé.

No hace nada más que ignorar.

Siento que voy a vomitar entrecierro los ojos y pierdo fuerza, ¡Tengo miedo! Tengo mucho miedo.

—¡Dmetry! ¡Para! ¡Por favor! —grito desesperada.

Esta vez, sorprendentemente, me hace caso y empieza a disminuir la velocidad hasta detenerse por completo. La moto se detiene en una carretera desierta, rodeada de árboles y montañas que parecen sacados de un lugar remoto y olvidado. La soledad del lugar aumenta mi sensación de aislamiento y vulnerabilidad.

Intento desmontar, pero mis piernas no responden. Estoy demasiado nerviosa y asustada, y la náusea amenaza con abrumarme. Mis manos, aferradas a su ropa, no dejan de temblar, incapaces de soltarse de su agarre seguro.

Él baja primero, con movimientos torpes debido a su gran tamaño y mi cuerpo que parece un estorbo en medio del camino. Con una mezcla de impaciencia y cuidado, me ayuda a bajar de la moto. Estoy tan débil que no puedo ni reclamarle nada, las palabras se quedan atrapadas en mi garganta seca y temblorosa.

Apenas toco el suelo, me tambaleo hacia un bote de basura cercano y vomito hasta sentir que mi misma existencia se vacía en él. El sonido de mi arcada rompe el silencio de la carretera, y siento su mirada asqueada clavada en mi espalda. Saca una botella de agua de la moto, algo que no había notado antes. No sé cómo lo hizo, pero ahí está, ofreciéndomela como si fuera una solución a todos mis problemas.

Se acerca con la botella y la tomo, sintiéndome humillada. Vuelvo a vomitar, esta vez frente a él, sin poder evitarlo. Cuando termino, el miedo y la ansiedad vuelven a apoderarse de mi cuerpo, un torrente de emociones que arde en mi pecho. Las lágrimas corren por mi cara, quemando mi piel como fuego.

YO SIEMPRE CONSIGO LO QUE QUIERO Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora