Capitulo 5

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El síndrome de Korsakoff, es un problema que ocasiona afectaciones en la memoria caracterizados por una confabulación de los recuerdos muy parecida a los síntomas de paramnesias. Por ejemplo: una persona forma historias a través de los estímulos cercanos (imágenes, objetos, rasgos de las personas, animales) conectándolos y así formando un recuerdo que vive como real a pesar de que se le exponga lo contrario.

Charles y Pierre se encontraron en una cafetería en el centro de Monza, el francés sonrió en cuanto vio a su amigo acercarse, levantándose para abrazarlo.

Ambos pasaron el dia juntos, hasta que la tarde cayó y Pierre propuso ir a un bar, el monegasco asintió, aun faltaban dos horas para las 8, podía tomar un par de tragos e ir a casa.

— Eres mi mejor amigo y creo que por eso debes saberlo. — Pierre tomó su copa de un sorbo. — Estoy saliendo con George.

— ¿Saliendo? — Charles lo observó confundido y asombrado.

— Si, ya sabes, nos estamos acostando. — el francés señaló como si fuera obvio, haciendo que el asombro del menor creciera. — Oh, no me mires así, siempre te dije que era bisexual y George, bueno el quería experimentar.

— Supongo que fuiste parte del experimento. — sugirió el monegasco, com una sonrisa divertida en su rostro.

— Fue el día de la carrera, cuando tuviste tu accidente. — comenzó a explicar. — Lando, él y yo nos reunimos a hablar, ya sabes de lo aterrador que fue lo que te pasó, lo preocupados que estabamos por ti...

— ¿Como es que pasaron de estar preocupados por mi a tener sexo? — Charles se burló, quería molestar un poco a su amigo.

— Nos tomamos un par de tragos, Lando se fue a su habitación y nosotros seguimos tomando, hasta que la botella se acabó, después una cosa llevo a la otra y despertamos en la misma cama. — se encogió de hombros. — Hemos estado frecuentandonos estos días.

— "Frecuentandonos" buena palabra para describir que follan como conejos. — rió, logrando hacer reír a su amigo. — No pero enserio, me alegra que encontraras a alguien, aunque fuera un heterosexual curioso que terminó siendo gay.

— A veces eres insoportable Charlie. — rió, hasta que su celular comenzó a sonar. — Oh, el rey de Roma.

— Vamos, ve a follar con el, yo pago la cuenta. — se rió, mientras su amigo asentía.

— Te llamaré. — asintió, abandonando el lugar.

Charles terminó de tomar su copa, para después pagar e irse a casa, encontrándose con el español ahí, esperándolo.

— Supuse que Pierre no te liberaría tan pronto. — sonrió. — Así que traje la cena aquí.

— Que suerte que era tu turno de elegir. — sonrió el monegasco. — Me daré un baño rápido y bajaré.

El menor cumplió con su palabra, 15 minutos despues bajó, esta vez luciendo mas comodo, con una camiseta sencilla, junto a unos pantalones de chandal.

— Señor Sainz, se lució esta vez. — Charles sonrió, observando toda la comida en la mesa.

— Ven aquí, traje spaghetti a la carbonara. — sonrió.

Comieron entre risas y malos chistes, el ambiente se sentía liviano, eran dos amigos disfrutando de su compañía, de la comodidad y confianza que ambos se generaban.

Cuando terminaron de comer, ambos se dirigieron a la pequeña terraza, acompañados solo por una botella de whisky caro y dos vasos.

— Si pudieras estar en cualquier lugar del mundo justo ahora, ¿en donde estarías? — preguntó Charles, tomando de su vaso.

— Siempre quise conocer Suiza, sus paisajes son hermosos. — el español sonrió. — ¿Tu?

— No lo se, estoy muy cómodo aquí ahora. — sonrió, recargando la cabeza en el hombro del mayor.

— ¿Cual es tu mayor sueño?

— Creo que el de todos los que estamos en la formula 1, quiero ser campeon del mundo, quiero ganar un campeonato y dedicarselo a papá y a Jules. — lo miró. — Me retiraría después de eso, sin importar que lo ganara este año.

— ¿Retirarse? — lo miró. — ¿Por que hacerlo cuando ya tienes la gloria?

— ¿Por qué no? Si ya habré cumplido con mi sueño, ¿que caso tendría seguir? — lo miró. — ¿No te gusta mas la idea de una vida tranquila? Lejos de las camaras, lejos de la critica, solo disfrutando, yo siempre quise conocer el mundo.

Y Carlos sonrió, porque si podía imaginarlo, una casa grande lejos de la ciudad, tal vez una cabaña cerca de algun lago, en algún pequeño pueblo, lejos de todo, solo teniendo la tranquilidad como compañera, tal vez ocasionalmente viajar a distintos lugares, conocer el mundo, llenarse de vida, casi podía sentir ese nivel de paz y para su sorpresa, su mente le jugó una mala pasada, porque Charles estaba ahí, en cada uno de sus pensamientos, imaginaba una vida tranquila, pero con el a su lado, con el conociendo el mundo, con el disfrutando de la tan anhelada paz.

— Esta botella ya se acabó. — la voz de Charles lo sacó de su pequeña ensoñación. — Traeré otra.

Lo vio ir y regresar rápidamente, tomando asiento nuevamente en el suelo de la terraza junto a el y de pronto se vio a si mismo no queriendo apartar la mirada, las mejillas de Charles estaban enrojecidas, tal vez producto del alcohol y en sus ojos había esa chispa, ese brillo único que los hacia ver mas hermosos de lo que eran, y la sonrisa, su sonrisa, esa que derretía hasta el corazón mas helado, ¿como Charles podía lucir tan maravilloso de esa forma?

No vestía un traje Armani, ni portaba nada elegante, solo una camiseta y pantalones sencillos, ¿como lucia tan bello así? Y fue que lo pensó, el se vería bien hasta con una bolsa de plástico encima, porque el era así, encantador y hermoso por naturaleza, su encanto era embriagador, ensordecedor, hipnótico, te llevaba a la locura, era su efecto, el efecto Charles Leclerc.

No supo cuando, ni como, pero pronto se vió a si mismo acercando sus labios al menor, besándolo esta vez por iniciativa propia, exigiendo, pidiendo, incluso rogando por mas, quería tener mas de el, quería todo lo que pudiera ofrecerle.

Y sus manos, sus manos no estaban quietas, ellas exploraban cada espacio del cuerpo del menor, tocando, tentando, acariciando su piel, erizando y dejando marca en ella, una que seria imborrable.

Lo levantó en brazos, mientras el monegasco enrrollaba sus piernas en su cadera, besandolo con mas urgencia, no queria detenerse, no podía hacerlo, no en ese punto, no cuando las llamas de la pasión ya lo habían alcanzado.

— ¿Estas seguro? — preguntó el español, teniendolo a su merced, mientras el menor solo asentía, desendo tener todo de el, sin reservas.

Carlos no esperó mas y ambos se entregaron al creciente deseo que surgía entre ellos, devorandolos, quemándolos, sin dejar un rastro de lo que antes habían sido, sellando con ello una union, su union.




¡Gracias por leer!❤

Paramnesia ||• Charlos •||Where stories live. Discover now