Capítul◌ 25.

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Juan estaba viendo a Rubius con una mirada fulminante a pesar de saber que en parte también fue su culpa el llegar a esa situación.

Mientras tanto, los demás estaban curiosos por ver qué sucedía entre el demonio y el incubo, esa partida parecía ser eterna. Realmente Juan no sabía mucho de cartas o juegos de casino y póker, o lo que sea que fuese, y tampoco era de su interés. Pero por algún motivo eso lo estaba atrapando mucho, ¿quizá porque él era uno de los "premios"?

Su respiración se cortaba a veces estando al costado de Luzu mientras este movía las cartas a su conveniencia igual que del otro lado.

Al menos continuaron así unos buenos minutos hasta que el juego acabó.

Todos quedaron espectantes a lo que dijera un chico con piel demasiado pálida, casi blanca, y camisa amarilla junto a un castaño cabello el cuál revolvió viendo los resultados.

—¿Quién ganó? —se atrevió a preguntar Quackity después de un silencio—. Habla Beni.

—Híjole, es que... —frotó el borde de su nariz acercándose para ver una última vez—. Es que quedaron empatados.

Juan no supo si alegrarse o preocuparse, pero Luzu tenía una sonrisa en los labios así que se limitó a solo escuchar lo que iban a determinar con esa jugada.

—¿Empate? —soltó al aire la pregunta Rubius, que se separó del asiento del chico con beannie viendo las barajas.

Quackity se quedó en silencio hasta bufar y tirar la carta sobrante de la baraja, había sido una partida reñida y sabía perfectamente lo que se debía hacer en caso de empate en el póker.

—Cuatro de corazones.

Todos se quedaron en silencio viendo cómo Luzu se levantaba y dejaba una carta oscura sobre la mesa:

Reina de trébol.

—Y, te ganó el don, primo —apareció junto al otro chico uno igual de pálido pero con el cabello negro y la ropa roja.

—Hijo de tu puta madre —masculló el íncubo dando un golpe en su frente con la mesa de apuestas—. Ni modo, ándale Rubia.

—¡¿Eh?!¿Me dejas ir así nomás? —Rubius pareció ofendido, el chico con la cicatriz sacó su lengua burlón en su dirección—. Que sepas que-

—Vamos Rabis, no la hagas tan larga —llamó Luzu al cambiapieles, quien pareció querer refutar siendo callado por la mirada del príncipe que ya estaba harto, finalmente se fué con él.

Antes de que salgan, Quackity vió mejor a Juan y carraspeó.

—Oiga príncipe, ¿cree usted que pueda hablar un poco conmigo? —preguntó tratando de no enredarse con sus propias palabras, Luzu volteó a verlo y luego a Rubius y Juan—. No se me preocupe por ellos, Cochi y Beni se los va a cuidar.

Los dos llamados asintieron y fueron detrás suyo quedándose los cuatro juntos.

—No sé qué tanto me puedo fiar —murmuró Luzu pero antes de poder hacer nada el cuarteto de chicos ya estaban perdiéndose entre la multitud en la pista de baile y yendo hasta la barra—. Bien, ¿qué sucede?

Quackity sonrió indicándole que se sentara.

—Príncipe Lusu, ¿qué planes tiene usted con ese mago?

—¿A qué te refieres?

—No se me haga el wey, usted sabe al igual que yo que no está bien traerse almas blancas aquí abajo —explicó relamiendo sus labios mientras veía desde lejos al chico mago—. Ese disfraz de cuarta de diablillo no me engaña, eh.

El circo ┊ 𝗰!spruan.Where stories live. Discover now