Capítulo 4

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Peter

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Peter

Abrí mis ojos y me obligué a cerrarlos casi al mismo tiempo, la luz proveniente de la enorme ventana era cegadora y molesta, sentía un calor palpitante en mi costado izquierdo y punzadas en la cabeza. Cuando intenté llevar mi mano derecha para tocar mi herida sentí que jalaba algo.

Entonces la vi, estaba arrodillada junto a la cama, su cabeza se recostaba en la orilla sobre parte de la sábana y nuestros dedos estaban entrelazados. Se sentía... familiar.

Recordaba algunas cosas de anoche, había llegado a ayudarla, peleé un poco con el experimento de Reed y después, estaba recargado en una de las paredes del callejón con ella tratando mi herida, en mi mente, me parece ver que sus labios de mueven de tanto en tanto y a veces sonríe nerviosa, me pregunto ¿de qué hablaríamos? Entre imágenes creo que caminamos un poco, pero eso es todo.

Me quedo quieto observándola más de lo que debería, no puedo captar su rostro debido a que su largo cabello rubio lo cubre, pero su respiración es tranquila y durante un segundo su pálida mano se cierra un poco más alrededor de la mía. Y no puedo evitar pensar que se parece mucho.

Dios, se parece tanto.

Me veo obligado a separar nuestras manos ante mi pensamiento, no sin antes sentir curiosidad de por qué estaban unidas en primer lugar. Reviso que aún llevo mi máscara puesta y mi traje, y hay vendajes mejores puestos que la ultima vez sobre este.

Me trajo aquí, me curó y me dio su compañía. 

-Oye- susurré inclinándome hacia ella, moví un poco su hombro y en seguida reaccionó.

Levantó su rostro y el cabello cayó a los costados, dejándome verlo de nuevo. Era igual de tierno que la noche anterior, tenía una ligera marca roja en su frente como símbolo de estar apoyada sobre ella, sus labios eran de un rosa oscuro, tenía unas ojeras un tanto marcadas y unos ojos azules.

Siempre creí que Gwen tenía unos hermosos ojos verdes como algunos océanos interminables e indomables, valerosos y decididos. En ese caso, los de ella serían de un azul cielo, puros y misteriosos, pero inalcanzables. Ambos igual de libres, pero...

Parpadeé varias veces antes de agitar mi cabeza a los lados, de acuerdo, esta era la primera y sería la última comparación que haría entre ellas.

-Yo... he, gracias por... ayudarme- rasqué un poco mi nuca, avergonzado por mi intento de agradecimiento -¿esto es... tú...?-

-Oh si, es mi departamento- se levantó por completo y agitó su cabello antes de caminar de un lado a otro -me disculpo si fui atrevida, pero te estabas desangrando y no tenía idea de a quién acudir y como estábamos cerca de mi departamento me pareció lo más apropiado. Al menos hasta que recobraras el conocimiento-

Vi con disimulo mi mano, tratando de entender entonces, ¿por qué...?

-¿Qué pasó exactamente?- pregunté saliendo de la cama, tuve que llevar mi mano a mi herida y sujetar una mesa de noche. Hice una mueca por la punzada de dolor más grande.

TASM: A las sombras de Nueva York (Andrew Garfield)Where stories live. Discover now