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Tenía un dilema.

Pretendía dar lo mejor que podía entregar para garantizarle a Han Ji Sung una complaciente estadía en el hospital, a pesar de las aflicciones físicas y mentales que le sucumbían, no sólo porque fuera su trabajo hacerlo sino porque realmente quería hacerlo corazón. Sin embargo, ¿podría ser capaz de hacer lo mismo por un criminal? Es decir, no significaba que le dirigiría un mal trato o un trato indiferente por ser un delincuente, pero ¿qué es lo conocía de su historial? Sabía que oficialmente era miembro de una banda de narcotraficantes, lo que no sabía era si secuestraba, extorsionaba o asesinaba personas. De nuevo, eso no quería decir que lo trataría diferente, pero sentía algo extraño con respecto a todo el meollo.

Seguía siendo un ser humano, ¿no? Y como ser humano tenía debilidades que lo llevaron a un estado depresivo por una u otra razón. ¿Cómo el cometer homicidio? Calla, eso nadie lo sabe.

Seguiría con el plan inicial. Daría un buen servicio y no se involucraría directamente con el paciente, ni con su pasado, ni con nada que infrinja las leyes.

Eso haría.

El remolino en el que se convirtieron sus pensamientos lo hicieron distraerse de los asuntos la junta que tenía con sus compañeros, otra vez.

—¿Qué dijiste? —cuestionó a uno de los enfermeros del turno matutino, que anteriormente estaba diciendo algo de Ji Sung.

—...el médico Choi quiere que tomen una biopsia a la médula espinal del señor Han, pero lo pospusimos hasta que se le pase el efecto del sedante que le administraron.

—¿Sedante? ¿Por... por qué lo sedaron?

— La psicóloga se presentó hoy, finalmente —intervino Seung Min—, no pasó ni media hora cuando huyó diciendo que no trabajaría con un neurótico abusivo.

—¿Qué fue lo que hizo? —preguntó con curiosidad.

—Le gritó enfrente de todos los pacientes que era 'una perra entrometida' y 'que se enfocara en hincar las rodillas de su corresponsal' —mencionó otro de los enfermeros, citando la nota de enfermería.

—Ay, no... —lamentó Chang Bin cubriéndose el rostro.

Bueno, ahora veía que su mal temperamento era indistinto a la persona y la situación. Sin embargo, era un problema mayor.

—Ha estado irritable toda la mañana —añadió una de sus compañeras.

Aunque, si lo pensaba, si reportaban la situación a la jefa de enfermeras Park, que estaba casi seguro de que estaba enterada del caso, y al médico, sería posible que trasladaran al paciente a un hospital psiquiátrico donde podrían tratar más adecuadamente su trastorno de depresión, y quizá también sus problemas de ira. E inclusive los directivos del otro hospital podrían admitir a los detectives a que le interroguen lo que sea que quieran saber sobre los narcotraficantes, las farsas y la droga...

Droga...

Quiso unir algunos cabos.

Droga.

El paciente tenía un estado neurológico excitado cuando ocurrió el incidente, días después se mostraba recio y alterado. Era tan lógico. El paciente estaba sufriendo de síndrome de abstinencia.

No encontró a la jefa de enfermeras, por lo que trató de consultar el caso con el médico tratante del paciente. El médico Choi reaccionó bastante... distante, con respecto a la situación después de escuchar las últimas noticias sobre los oficiales que se presentaron en su habitación. Dijo con autoridad que no desperdiciarían recursos por un fugitivo, mucho menos si esto requería detener los síntomas del síndrome provocado por consumir quién sabe qué sustancias ilícitas y peligrosas. Discutió duramente con él, pero sus intentos fueron en vano cuando el médico sólo se dio la vuelta.

Rabiaes Dementia: ReminiscenceWhere stories live. Discover now