La distancia

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—¡Eso Memo! —rugió su entrenador al presenciar su increíble atajada.

El guardameta le dedicó una sonrisa ladina, devolviéndole el balón al siguiente delantero.

Los primeros rayos de sol comenzaban a iluminar su rostro, y una fina capa de sudor cubría su frente.

Estaban por terminar el entrenamiento, pactando un almuerzo posterior que rogaba no se concretara, pues sólo quería llegar a su departamento y descansar.

Extrañaba la voz de su madre anunciando el desayuno. La calidez de su país. Y sobretodo, la seguridad de los brazos de Lionel.

Sentir su tibieza recorriendo su espalda, o presenciar su forma de quedarse dormido... respirar su perfume combinado con su piel. En cambio, recibía mensajes automáticos deseándole suerte en sus entrenamientos, un buenos días, breves actualizaciones de sus ruedas de prensa, y un buenas noches.

Quería oír su voz. Escuchar su risa. Apreciar su acento.

Dolía cada vez más ver su nombre en pantalla, y no sabía porqué.

—¡Vamos, chicos, un poco más! —alentó el italiano—. ¡Den lo mejor!

Memo siguió atajando una tras otra, y el entrenador dio el silbatazo final. Sus compañeros soltaron un rugido de victoria. Sonrió a medias. No era lo mismo.

Por más que buscara al centrocampista, no estaría allí, Chucky no le motivaría a seguir atajando, y tampoco el furor tricolor lo acogería como a un hijo.

Sus pasos se encaminaron al vestidor.
Servía de consuelo que el mensaje del albiceleste estaría ahí.

Poco a poco su uniforme fue remplazado por el conjunto deportivo de la selección, y su maleta se posó sobre su hombro, listo para salir, cuando su compañero titular llamó su atención.

—¿Ya te vas tan rápido? —frunció el ceño Alessandro Micai, acentuando el color almendra en sus ojos—. Pensé que vendrías con nosotros.

Él fue el primero en recibirlo con una bienvenida calurosa.

—Estoy muy cansado, sinceramente... —murmuró Memo torciendo la boca—. Todavía me cuesta mucho adaptarme al horario y-

—Entiendo... —sonrió Micai, asintiendo de a poco—. Recuerda que aún está en pie la invitación de recorrer el lugar para no perderte tanto.

—Gracias, gracias. Sigo teniéndolo en mente. —se forzó a reír, empuñando la correa de la maleta con más fuerza. No quería ser hostil con el omega, pero su cercanía estaba siendo sofocante—. Quizás el fin de semana pueda ser, pero ahora solo quiero descansar.

—Está bien, con cuidado!

Memo asintió levemente y salió del Centro Sportivo Mary Rosy.

Quizá hoy también se dedicaría a ver sus redes sociales para encontrarse con uno que otro video de su albiceleste.

El chofer llegó por él, y finalmente sacó su teléfono del bolsillo. 

"... ¿Querés formar tu propia familia entonces?" —dijo una reportera cuestionando a Lionel en un pequeño fragmento de video.

Él sonrió a medias y el corazón le dio un vuelco. No sabía el contexto ni el cómo llegaron a la pregunta, pero siempre era alarmante poner luces en terreno frágil.

"Estoy abierto a la posibilidad si se da." —respondió el argentino, pausando las palabras como si realmente se lo estuviera pensando.

El pecho amenazaba con salirse de su caja torácica al oírlo contestar, trayendo devuelta las palabras de su mejor amigo.

La vida después de ti || MECHOADonde viven las historias. Descúbrelo ahora