Contigo ante todo

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Su paciencia pendía de un hilo.

La rubia frente a él no cedía sin antes dar una batalla, y Memo estaba harto de ello.

Habían pactado conocer los términos y condiciones hace más de media hora, y Karla seguía llenando las copas de vino por tercera ocasión, importándole poco la prisa que tenía el guardameta por irse de ahí.

Una sonrisa ladina pintó los labios de ella mientras le extendía la copa con picardía, acercándose de más a su rostro.

Memo volteó la cara.

—Sabía que no tenías ningún nuevo término. —masculló levantándose bruscamente del sillón y Karla dio un brinco espabilando por completo—. Me voy de aquí.

—¡Espera! —chilló reincorporándose—. ¡Ya te los voy a decir!

El rizado puso los ojos en blanco, encaminándose a la puerta listo para salir.

—Si claro, como digas. —silbó girando el pomo de la puerta, dando un paso afuera.

—¡Tendrás que invitarme a salir cada fin de mes para que nos tomen fotos!

Memo se detuvo en seco, dedicándole una mirada escrutadora.

—Tendrás que besarme en los labios forzosamente cada que salgamos. —continuó Karla, volviendo a su postura erguida sacando el pecho—. Tendrás que subir fotos de nosotros a todas tus cuentas. Tendrás que dormir conmigo, y-

El tono de llamada en su teléfono irrumpió la sala.

Sus dedos buscaron sacarlo del bolsillo y el corazón le dio un vuelco al divisar el nombre en el identificador.

—Seguimos hablando mañana. —mencionó saliendo de lleno dejando a la rubia formando una rabieta, para luego contestar—. ¿Lio?

—¿Guille, estás ocu-

—¡AMOR, VUELVE A LA CAMA! —gimoteó Karla, esbozando una sonrisa de oreja a oreja al ver la reacción de Memo palidecer de inmediato.

Un silencio cayó en la línea y el rizado trotó hasta la avenida, respirando hondo;

—Parece que se cortó un poco, qué decías cie-

–¿Ella es Karla?

La sangre cayó a sus pies.

¡No, no, no!

Así no es como debía haberse enterado.

Sus dientes atraparon su labio inferior y pasó una mano entre sus rizos, tirando de ellos levemente.

No más mentiras.

El sudor en sus manos delataba el manojo de nervios que ocultaba su pecho.

Miró a ambos lados de la calle, y volvió a respirar.

—Si. ¡Pero por favor, déjame explicarte las cosas! —suplicó en un hilo de voz.

El silencio del albiceleste le dio pie a continuar y Memo agradeció por lo bajo;

—Hace unos días... el dueño del Salernitana habló conmigo. —murmuró ahogando un suspiro—. Las fotos de cuando te recibí en el aeropuerto llegaron a él y no le gustó nada... me dijo que si no le inventaba a los medios que tenía una relación con una chica para la rueda de prensa de ese mismo día, estaba fuera del equipo... y- —los ojos le escocieron mientras daba una pausa—. N-No sabes lo horrible que me hizo sentir al decirlo. Odie cada maldito segundo de ese día porque, t-tú me gustas mucho, me atrevo a decir que incluso siento que te quiero.

Los latidos de su corazón retumbaban cada vez más fuerte en sus oídos.

—Pero, el América me soltó sin siquiera pensárselo, y sé por experiencia propia que es un maldito sistema corrupto que de haber sabido que el Salernitana me dejó también, habrían hecho de todo para que al regresar a México yo no tuviera equipo, y, yo sé que fui yo quién te pidió negarnos al público, y sé que haciendo esto, abusé de mi deseo por mantenernos ocultos, pero te juro que no lo hice para que tú pensaras que ahora estoy en una relación con alguien a quien los medios no van a señalar. Ella es una horrible persona y lo único que siento por ella es disgusto, sé que debí-

—Guille.

—Debí decírtelo antes de que te lo supieras por otros medios, y en serio que-

—Nene, pará y escucháme... —volvió a irrumpir Lionel, ganándose un suspiro entrecortado de su parte para después dejarlo hablar—. Entiendo... no mentiste en nada, solo no pudiste decírmelo cuando debiste... yo sé que ambos tenemos agendas de locos, y entiendo que no hayas podido decírmelo. Solo... sentí que, bueno, querías decirme algo con esto y, después de lo que pasó hace unas noches, me quedé pensando si tal vez te habías-

—¡NO! —se apresuró a decir Memo—. ¡Claro que no! Jamás, nunca se me pasará por la cabeza arrepentirme de haberlo hecho. Quiero que sepas que realmente lo disfruté y agradezco que me hayas permitido compartir ese momento contigo, yo-

—Dale, dale... solo es un mal entendido ahora... —murmuró largando un suspiro—. Pero, entonces es cierto que estás devuelta en México para estar con ella?

El pecho le estrujó como si el aire de pronto fuera maligno a sus pulmones.

La delicadeza con la que su voz arrullaba su oído dolía de lo mucho que acariciaba su alma.

—Solo estoy hasta el fin de semana... —bisbiseó cerrando los ojos abatido. Daría todo lo que fuera porque la respuesta sea otra—. después me regreso a Salerno.

Un silencio volvió a reinar en la línea.

—¿Dormirás con ella? —se atrevió a decir Lionel.

—¡No! Solo estaré con ella para que la prensa nos fotografíe. —suspiró Memo—. Sé que no es justo y-

—¿La besarás?

El guardameta dio una pausa, cerrando los ojos con fuerza para evitar mirar su realidad.

—Si...

—Entonces no pueden vernos juntos ahora o estarás en problemas... —susurró más para sí, de alguna manera, desconectándose de Memo—. Dale...

—¡Podemos llamarnos siempre! —se apresuró a decir—. No tiene porqué cortarse la comunicación completamente.

Lionel dejó salir una risilla floja, asintiendo de a poco.

—Yo nunca dije que no nos llamaríamos, salame. Claro que vamos a hablar... —un suspiro apagado salió de sus labios—. solo, no estaríamos juntos.

—Algo así... —concedió Memo, con los mismos aires de tristeza que su albiceleste. Su mano se posó en la nuca, tirando de él suavemente—. Lo siento... Sé que no suena a que realmente lo siento por lo que hice sin siquiera consul-

—Pará, nene... ya no quiero oírte decir lo siento una vez más, que no es tu culpa... sé que no estás listo, y quién sería yo si te presionara a estarlo? No es correcto. —murmuró a forma de consuelo—. Al final, sé que estamos juntos en esto, y que todo lo malo acabará en algún punto... dale?

Memo asintió derrotado, formando un ligero puchero dolido al siempre hallar las palabras correctas en él.

—Te quiero...

—Yo también.

La vida después de ti || MECHOAWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu