[Después de que sus esposas les insinuaran sobre la gran cercanía entre Enzo y Julián, los jugadores comienzan a sospechar que no tienen solo una amistad.
¿Es una confusión o una realidad? ¡No importa, mientras dejen a Alejandro ser el padrino!]
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“Tengan las valijas para la semana del 21 de marzo, más adelante diremos un día fijo.” Scaloni daba por finalizada la charla técnica.
Después de aquella reunión general se les pidió que volvieran en un mes para los primeros amistosos de la selección, aún no sabían contra quién iban a ser, pero todos ansiaban que el mes de marzo llegara. Durante las últimas semanas de febrero y las primeras de marzo muchos tuvieron buenos partidos, pero algunos habían tenido un horrible desempeño. Uno de ellos era Enzo, que había perdido tiros importantes y fallado penales claves para el benéfica.
Para Fernández no había sido el mejor mes, su mente hacía mucho ruido y no había tenido tiempo para pensar lo suficiente. Los únicos momentos de paz que tuvo fueron los fines de semana, cuando Olivia iba a la casa del jugador, extrañaba mucho pasar todos los días junto a su hija.
La situación con Julián se había vuelto tensa, siempre que se separaron no dejaban de enviarse mensajes, llamarse, contarse cosas. Pero el último mes Enzo dejó de responder todas las llamadas, y comenzó a dejar en visto al cordobés.
»Hola Enzo, ví el partido de hoy, ¿Cómo estás?« En visto.
»¡Enzo! Mira, estamos en un café de hielo, cuando vengas a Manchester te invito.« Julián seguía enviando fotos, o compartiendole videos en redes sociales. Esta vez era una foto suya, mostrando un hermoso lugar con paredes congeladas, se veía lindo, pero lo que realmente hizo que Enzo hiciera zoom en su celular fue el segundo café en la mesa del cordobés.
»Uh, re fachero, ¿con quién fuiste?«
»Vine con Erling« «¿Cómo estás? ¿Hoy a la noche te puedo llamar?« En visto.
Erling Haaland, no soportaba ese nombre. Lo comenzaba a soportar cada vez menos cuando lo escuchaba en la televisión, pero sonaba doloroso en la boca de Julián. ¿Pero quién era él para decirle algo?
No eran nada, y jamás iban a serlo. Enzo comenzó a entender esa idea poco a poco, pero decidió ignorar el hecho, porque él y Julián estaban bien así. Cuando Paulo le recordó que no había un vínculo más allá de la amistad, volvió a caer en la realidad. Jamás iban a estar juntos, y eso lo afectaba todos los días un poco más.
Su corazón no tenía la misma dureza que antes, ahora le dolía pensar en Julián. Es por eso que su decisión fue esquivar, esquivar todo sentimiento y pensamiento relacionado al mayor. Alejarse un tiempo era lo correcto, cuando su pecho dejara de agitarse iba a volver a la normalidad. Por ahora, debía contenerse ante sus ganas de escribirle, de escuchar su voz, de ver su cara.
Así lo decidió, pero el tiempo no le dió lugar para prepararse a los amistosos que ya estaban frente a él. Todavía no quería verlo, no podía, sentía que sus piernas iban a fallarle si lo hacía.
“Che, Enzo, ¿me escuchaste?” Preguntó Nahuel tocándole el hombro, hace ya varios minutos que le estaba hablando, pero no había ninguna respuesta.
