Acto 3

243 30 22
                                    

—¿Qué haces aquí? —preguntó bastante sorprendida.

—Quería verte —Le dijo dulcemente mientras sonreía.

—Me ves todo el tiempo Hiiragizawa —añadió incrédula.

—Sí ya sé, pero me refiero a algo más privado, más personal.

—No hace falta nada de eso, ¿Realmente qué quieres?

—A tí —dijo sin más—. Escucha, ya me sé tu respuesta, pero sin que tú te acerques a mí, déjame yo hacerlo —dijo suplicante. 

—Hiiragizawa —dudo—, lo que me pides está mal, no soy así, creo fielmente en los comunes acuerdos, no en algo como esto.

—¿Por qué? —preguntó con un quebrar de su voz—. Puedes intentarlo, yo no me sentiré mal sí decides usarme de esa forma, sería feliz que lo hicieras tú.

—No me atrevo a visualizarte como objeto, no es correcto, eres una persona, sientes, tienes sentimientos, no eres un algo, eres un ser vivo —le expresó realmente conmocionada.

El joven bajó su rostro al suelo, temblaba un poco su cuerpo, Sakura veía con tristeza la situación, sí bien no quería ser su amiga, tampoco le quería ser ella la causante de algún mal para ese chico de mirada azulada y anteojos puestos, dándose cuenta que era una chica bastante empática a los sentimientos de los demás, aunque prefiriendo no admitirlo, pese a no tener la paciencia de lidiar con los sentimientos ajenos intento no dominarse por el hartazgo, algo dudosa puso su mano en el hombro de ese chico de cabellos negros algo azulados, tez blanquecina y profunda mirada, dando un suave movimiento con su pequeña mano.

Musitando más para ella misma que para él: —Eres un buen chico Hiiragizawa, te aseguro que encontrarás a una niña que muera de ganas por estar conmigo.

—Pero yo solo te quiero a tí —le respondió sin alzar su rostro—, no quiero a otra niña, tú eres la única para mí.

—¿Cómo puedes decir eso Hiiragizawa? No me conoces.

—Confío plenamente en mi corazón.

—El corazón quiere, lo qué el corazón quiere; no importa qué le haga daño —dijo susurrando con bastante tristeza en su hablar.

—Sakura por favor.

—Yo, —respondió temblorosa—, Hiiragizawa, no puedo.

—¿Por qué no?

—Se lo prometí —respondió débilmente.

—¿Lo prometiste? —alzó su mirada azul a ella—, ¿Acaso existe alguien más qué ya haya podido alcanzar tú corazón?... Por favor mi dulce princesa, haré absolutamente todo lo que me pidas —tomó su mano y se arrodilló enfrente de ella, logrando avergonzarla—, haré incluso todo aquello que tampoco me pidas, y todo será para tí, mi vida misma te entrego a tí.

Sakura se sintió intimidada de aquel joven, el desespero la invadía, poco a comenzó a temblar de la impotencia que le generaba todo, realmente quería zafarse tanto de su mano como de la situación, las ganas de llorar la asediaban, tenía miedo, se sentía expuesta hasta el punto de experimentar un ataque de ansiedad, rogaba a los dioses que alguien llegará a salvarla, pues no se sentía capaz de poder hacerlo ella sola, apretó sus labios con fuerza y miraba a todos lados menos a él que insistía con su penetrante mirada azul al rostro de la niña. El pánico en Sakura comenzó a ganar, sintiéndose realmente mal por lo sucedido y más sabiendo que tendría que hacerlo absolutamente sola, ahondó una bocanada de aire entrecortado para poder hablar, aunque su voz no podía salir por el miedo que la situación le produjo, pensó en darse simplemente por vencida creyendo qué él podría notar su sentir y desistir de tan abrumadora idea; pero los milagros ocurren y su salvador tomó del hombro al alto jovencito de ojos profundos y cabellos azulados que no soltaba la pequeña y delicada mano de esa niña de ojos jade, le dio una mirada de esas que te originan miedo absoluto, incapaz de poder moverse, logrando que aquel chico se pusiera pálido, sentenciando sus muy cuestionables acciones.

Di mi nombre (Versión Fic)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora