Acto 9

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Ese martes por la mañana, Sakura despertaba algo apresurada y de forma abrupta, bajó las escaleras incluso algo adormilada aún por no haberse podido despabilar por completo, una vez llegado a la cocina, la escena la tomó por sorpresa, pues no esperaba que estuviera ahí ese hombre de uno ochenta de alto, castaño, ojos miel, sonrisa seductora, piel morena clara, que resultaba ser su profesor de matemáticas, preparando el desayuno para ambos, ya cambiado y duchado, Sakura bajó la mirada a su muñeca y divisó el reloj de mano que portaba, volvió la vista a la pared para confirmar la hora en aquel reloj en la cocina, daban las siete en punto de la mañana, esa chica no daba crédito a lo que veían sus hermosos ojos jade, cuestionándose en muchas maneras, tallo con el dorso de su mano sus ojos, y con el claro afán de confirmar no haber visto mal, sin embargo Shaoran tan expectante de ella le sonreía con enorme dulzura acercándose a esa su niña para besarla como solo él tenía el derecho de hacerlo, dejándola sin aliento alguno. Tras desayunar con aparente calma en completo silencio Sakura se dispuso a levantar la mesa y lavar los platos utilizados dejando absolutamente la cocina limpia, al concluir salió prácticamente corriendo del lugar en dirección a su habitación para vestirse con su hermoso uniforme escolar en tonalidades negras con detalles en rojo y blanco; mientras Sakura se realizaba una coleta alta Shaoran la observaba en el marco de su puerta con un espléndido sonreír, algo cohibida ella le devolvió la atenta sonrisa, llevándola a morder su labio inferior por el nerviosismo que ese hombre era capaz de generarle, poco antes de salir de su recámara esa chica abrió su pequeño closet y comenzó a sacar su ropa, guardandola en una maleta de viaje, acciones que provocaban que Shaoran le hiciera burla.

—Lleva suficiente ropa preciosa. —Le guiña un ojo, provocando sonrojar a la chica frente a él.

—Ya sé —contestó avergonzada.

Su contestación le sacó una carcajada a ese hombre que se sentó en su cama a esperarla mientras ella seguía revisando su armario; pasados unos diez minutos más Sakura había terminado de alistar sus cosas, Shaoran le sonrió una vez más y tomó consigo la voluminosa maleta que le pertenece a esa chica, tras salir de la residencia de la familia Kinomoto y guardar en aquella cajuela esa maleta, se subieron a la camioneta todo terreno en color verde militar y ambos colocaron el cinturón de seguridad, tras hacer eso es que decidió dar marcha aquel hombre de ojos color ocre. El trayecto fue tranquilo, en completo silencio, dando pie a que Sakura se llenará de miles de panoramas en su mentecilla, a muchas interpretaciones, creando dudas donde no las había, llenando su alma de agonía, de zozobra, de miedo, llevándola a cuestionarse una vez más todas sus decisiones, Shaoran que se percató de lo absorta que se encontraba en sus pensamientos, decidió estacionar la camioneta poco antes de llegar al instituto escolar Senju, logrando con eso que esa niña de ojos jade girará su vista a él con una expresión de confusión.

—¿Sensei?

—¿Por qué haces esto preciosa? —preguntó directamente con dulzura.

—¿Hacer qué? —dudó—. Es muy ambigua tú pregunta.

—¿Por qué estás conmigo? —Sonrió.

—Porque te lo prometí —dijo sin más.

—¿Solo por eso?, ¿No tienes un deseo egoísta en esto? —dijo con sorna.

La chica perdió el contacto visual con ese hombre que aún la miraba expectante, Sakura bajó su rostro un poco y se giró hacía el frente con la sola idea que así dejará de observarla, sin embargo, era muy consciente que no sucedería y eso hacía que se pudiera percibir más su timidez al tema, comenzó a retraerse un poco en su asiento, siempre con la mirada fija de su profesor de matemáticas que esperaba con gran impaciencia una respuesta, ¡No! Su respuesta.

—Me gustas —dijo débilmente llena de vergüenza—, esto es físico —carraspeo—, no saques conclusiones erróneas —concluyó.

Dio una sonrisa ladeada y le respondió: —También me gustas preciosa. —Sakura giró su cara incrédula de sus palabras, fijando sus hermosos ojos jade a él, exhalando con fuerza el aire de sus pulmones y los labios entreabiertos con un notorio jadeo, y el rostro teñido de carmín.

Di mi nombre (Versión Fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora