Acto 29

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Shaoran Li estaba siendo consumido por una inconmensurable miseria que lo abatía, desde hacía varias semanas ya, tres para ser más exactos, se la vivía en constante penumbra, sí bien sus alrededores eran los del un espléndido finales de verano, lo realmente cierto era que él sentía la ruindad de su propia alma, tras haber dejado a esa niña en el hospital al cuidado y custodia de sus padres lo hizo sentir que de algún modo la estaba abandonando, sin embargo no se atrevía a hacer algo más, el daño causado por su inacción lo hacía atormentarse en un contraste acribilló de su interior, él debía haber hecho más por ella, constantes palabras que se repetía con el pasar de los amargos y devastadores días, hasta que una mañana simplemente no pudo más, dejó que el amargo de la situación inundara por completo su corazón, su ser, actuando de una forma que jamás podría haber pensado, siendo frío, un tanto desinteresado, imaginando qué así estaba intentando salvar lo poco que le quedaba a esa niña que era lo que más amaba, pero ignorando por completo que eso la estaba destruyendo poco a poco un poco más.

Y así transcurrieron los días que se transformaron en semanas; llegando la última semana de septiembre, veía Shaoran el estado anímico de esa niña, la cual parecía estar realmente mortificada, creyendo incluso qué era mejor el irse de ahí y así aminorar por completo todas sus penas, todas sus miserias, todo su malestar. Vió con tristeza aquel castaño la completa metamorfosis de esa su tan amada niña, una de la cual había roto su coraza protectora, demostrando un hermoso ser lleno de miedo y dispuesto a crecer, a una flor marchitarse por el paso del tiempo, con dolor observaba a la distancia a esa chica, y cómo a pesar de no estar sola, no era feliz.

Shaoran había tomado una importante decisión en su vida, podría decirse que era la más difícil que se había considerado tomar, y era que una vez terminado el semestre él se marcharía del instituto escolar Senju, dejando por completo y de forma definitiva a la niña que tanto adoraba, pensando en que era lo correcto. Pues sí bien no era como lo que esperaba, sabía que sus padres al menos estaban con ella, al igual que sus dos amigos; todo estaba decidido, ese día iría a hablar con el director Hayami, daría su anunciada renuncia y dado el tiempo establecido regresaría a su natal Hong Kong sin volver a mirar al tesoro que dejaba atrás. Pero, el destino es tan capricho muchas veces, y es que ¿Quién habría pensado qué un estudiante llegaría a tal extremo por una niña, qué ambos, profesor y alumno amaban? Entraba a la sala de profesores un jovencito que él conocía muy bien, acercándose hasta su proximidad, lo jalaba de la camisa y le soltaba un puñetazo en toda la cara, logrando tumbarlo al suelo, Shaoran dejó que ese chico descargará su ira, dejó que le gritará todo su sentir, dejó que le escupiera su odio, pero en el inter de lo dejó, también escuchó con atención esas palabras, palabras que le calaron hondo, palabras que realmente reflejaban una verdad que nunca se detuvo a considerar, se levantó ese castaño y arreglo un poco su camisa, miró a ese joven de ojos azules, y sin decirle ni una sola palabra, podría percibirse su propio agradecimiento, salió huyendo de esa sala de profesores sin mirar atrás, hasta llegar al lugar que esa niña le había confesado, era su lugar secreto.

Llegó hasta las jardineras traseras que daban a la piscina, y la vió, vio a esa niña acurrucada en su amiga, llorando amargamente, la vió rota, la vió quebrada, y le dolió, se odio más qué nunca, se maldijo de múltiples maneras, sitio el repudio de sus actos, empero a eso, se acercó hasta ella, rogando a los dioses que ella simplemente pudiera escucharlo, no pedía nada más, no le importaba que nunca la perdonará, solo no quería ver sufrir más a esa niña de ojos esmeraldas que amaba con tal devoción. Sakura alzó su mirada llorosa, se avergonzó que la viera así, no quería generarle más conflictos, no quiera qué se sintiera responsable de su sentir y en un movimiento que nadie vio venir, Shaoran la tomó de su mano y la jaló hasta su pecho, abrazándola fuertemente, clavándose en el cuello de esa niña, respirando su aroma como hacía tanto no sucedía, sosteniéndola con firmeza, con determinación, sin titubeos, sin miedos, aquella chica simplemente no entendía nada y al mismo tiempo no le importaba, en escasos breves instantes sintió como el alma le regresaba al cuerpo, sentir su calor le devolvía la vida misma, se aferró una vez más y como siempre a ese castaño que era todo para ella.

Di mi nombre (Versión Fic)Where stories live. Discover now