El secreto del lago

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Mas entrada la tarde, Don volvió a salir de la casa con el propósito de recorrer el lugar, así que fue a los establos. Saludó a los caballos pero no se quedó mucho tiempo allí por el olor, y cuando salió vio un auto llegar a la casa. Se apresuró hacia la entrada y vio a George bajar de su carro vintage.

-Don, buenos días- saludó con una sonrisa.

-Buenos días, George. ¿Sabes por qué está todo tan tranquilo?

-Ah, los muchachos se fueron a acampar

-¿Acampar? Pero vi a tu hermano hace poco

-Que extraño, Phil es de los primeros en irse por la mañana. Quizás tenía asuntos pendientes. Si quieres verlos están en el claro cerca del lago. Cuestiones de trabajo y esas cosas. Oye, ¿te importaría echarme una mano?

-Claro

De la cajuela sacaron dos cajas llenas de alimentos y las llevaron adentro.

-¿Las compras del mes?

-Así es. Tengo que mantener la cocina llena o Phil no comerá nada

-¿Suele saltarse las comidas?

-Es un mal hábito que adquirió. Si te dice que cenará en el granero ya sabes que no meterá nada en esa sucia boca que tiene

Dejaron las cajas sobre la mesada de la cocina y George abrió el refrigerador para acomodar las verduras y carnes. Don inmediatamente se sintió un poco mal por no cenar con Phil o siquiera llevarle comida, pero él no sabía de su mala costumbre y no era su trabajo cuidarlo.

-Siempre está con esas cuerdas suyas o puliendo la silla de Bronco Henry. No entiendo porque que se obsesionó con ellas

-¿Quién es Bronco Henry?

George lo miró genuinamente sorprendido y soltó una suave risa negando con incredulidad.

-Me sorprende que no hayas oído de él todavía. Phil no sabe hablar de otra cosa que no sea el viejo Bronco Henry. Bronco esto, Bronco aquello, te aseguro que en algún momento lo oirás mencionarlo

-¿Pero quién es?

-Fue nuestro mentor, mío y de Phil quiero decir. Esos dos pasaban mucho tiempo juntos, se llevaban realmente bien. Estoy seguro de que su cambio de actitud se relaciona con la muerte del viejo Henry. Phil siempre fue alguien duro, pero desde que Bronco se fue él se volvió aún mas cerrado y difícil de entender

Lo último lo dijo con pena, como si extrañara a un hermano perdido. Don no pudo evitar pensar en Phil de otra manera, pensó que quizás debería darle una oportunidad, verlo bajo otra luz, una menos sínica. George soltó un pesado suspiro y se cruzó de brazos.

-Lo siento, debo volver con Rose. ¿Te importaría guardar los alimentos?

-Para nada. Ten un buen viaje de regreso

-Hasta luego, Don

George dejó la casa y Don se puso a guardar la comida. No podía dejar de pensar en lo que dijo el Burbank menor, si Phil era menos insoportable antes significa que la pérdida de Bronco Henry le había afectado mucho y lidiaba con eso. Tal vez podía hablar con él sobre el tema, pensó, pero enseguida rechazó la idea sabiendo lo difícil que era tratar con aquel vaquero.

-Podría solo ir a verlo y sacar el tema- Se dijo al cerrar el refrigerador. -¿Era cerca del lago, verdad?

Con poca confianza pero mucha determinación dejó la casa y se internó al bosque que rodeaba la hacienda. Caminó unos kilómetros a ciegas, sin saber a donde se dirigía hasta que escuchó el murmullo de voces a lo lejos, comenzó a ir en la dirección de las voces y mientras más se acercaba mas fuerte se oían las risas de los vaqueros. Finalmente llegó al campamento donde encontró caballos, tiendas, cuerdas, sillas de montar y a los trabajadores.

Caminó entre las tiendas esquivando latas, sogas y demás objetos hasta que chocó con uno de los trabajadores del rancho. Lo sostuvo de los hombros para evitar su caída y le dio una amigable palmada en la espalda al reconocerlo.

-¡Hey! Tú eres el que se burló del jefe

-Suena a que no muchos lo hacen, así que debo ser yo- respondió acomodando sus anteojos y dando una sonrisa.

-Si buscas al jefe se fue al lago, por allá detrás de esa tienda grande

-¿Al lago? ¿Qué hace allí?

-¿Tú qué crees?

El vaquero rió y le pasó por al lado terminado la charla. Siguiendo sus indicaciones, pasó la tienda grande, atravesó un camino de árboles y llegó al lago. Era grande, no muy claro, pero el día nublado le daba un brillo plateado inusual. Vio las ropas de Phil amontonadas junto a la orilla y agua adentro divisió su cabeza, el vaquero estaba de espalda pasando las manos por su cabello. Don se quitó los anteojos, frotó sus ojos y volvió a ponerselos.

-¿Está... tomando un baño?

Formó una sonrisa incrédula y se cruzó de brazos apreciando algo único. Lo tomó de sorpresa cuando Phil se puso de pie y caminó hasta la orilla, el agua de a poco iba descubriendo su cuerpo desnudo hasta que salió por completo del lago. Don no lo iba negar, la cara no era lo único que Phil tenía de atractivo, el trabajo duro de rancho le había formado un buen cuerpo.

Phil no se vistió enseguida, se arrodilló en el césped y tomó de la pila de ropa un pañuelo blanco delicado, Don pensó que iba a secarse con eso, en especial cuando comenzó a pasarlo por su cuerpo con mucho cuidado y delicadeza. Era una extraña forma de secarse, movimientos lentos y envolventes, rodeando cada extremidad en su totalidad cómo si fueran caricias. Casi parecía erótico, y lo fue en cuanto el pañuelo llegó a la entrepierna.

Don se cubrió la boca y en silencio regresó por donde vino. En el campamento fue interceptado por el mismo vaquero de antes.

-Oye, ¿estás bien? ¿Estás insolado? Te ves muy rojo

-Uh, sí. Debe ser eso

-¿Encontraste a Phil?

-Estaba ocupado, lo veré en la casa

Sin dar más detalles dejó el campamento y regresó a la casa. En su habitación se puso a pensar sobre la escena que había presenciado y su reacción ante ella.

-Debería darme otro baño

Al salir del cuarto se detuvo en el pasillo y no pudo evitar ver hacia la habitación de Phil. No ganaría nada haciéndolo, pero sentía curiosidad por ver el interior y aprovechó que el grupo estaba acampando lejos de allí.

Entró en silencio, cómo si el vaquero pudiera sentir la intrusion a la distancia, e inspeccionó primero con la mirada. La habitación era igual a la suya; una cama, una mesa de noche, un armario y una ventana. El banjo estaba apoyado contra la cama. Se agachó junto a el para verlo más de cerca, no era de una marca conocida, de echo se veía viejo, lo calificaría como clásico, vintage tal vez. Además de el instrumento no encontró nada más que indicara su afición por la música, debía ser de gustos sencillos.

Iba a ponerse de pie cuando notó algo sobresaliendo apenas por debajo de la cama, lo tomó pensando que sería un cuaderno con partituras o un cuaderno de seguimiento del trabajo, pero no estuvo ni un poco cerca de adivinar. En sus manos tenía una revista homoerótica que formaba parte de la colección oculta bajo la cama. La guardó de inmediato con sorpresa e incomodidad y dejó el cuarto con prisa. Esperaba que el baño le quitara la vergüenza que le provocó ver eso.

Entre Silbidos y Banjos (Dhil/Freebatch)Where stories live. Discover now