Temothée © (Boys 02)

Cero

El primer amor

Temothée Hammer

Liberé un largo suspiro al pensar en aquello, el primer amor... suena bonito, ¿cierto?

Eso hasta que se termina, claro, pero igual quedan los lindos recuerdos de aquellas sensaciones extrañas, esas que invadían por primera vez nuestros cuerpos.

La necesidad de querer ver a esa persona cada segundo, los primeros roces, las primeras palabras, esas miradas cómplices, las cosquillas o como muchos lo llaman, las mariposas en la boca del estómago.

Y el primer beso... creo nadie está preparado para algo así, a menos que haya practicado consigo mismo en un espejo, pero ese no fue mi caso.

El recuerdo me hace estirar las comisuras de mis labios para formar una sonrisa, aunque ya no sean mariposas las que sienta en mi estómago, sino un gran vacío en el pecho, el recuerdo me parece agradable.

Mi ineptitud y yo sentados frente a él, pidiendo consejos con el tema de los besos. No me arrepiento de nada, fue de esa manera que descubrí muchas cosas, como la increíble atracción que sentía por ese chico.

Julián.

Pero tristemente, la vida me dio una bofetada de realidad, recordándome que los amores no siempre duran toda la vida.

Duele, y mucho, pero así son las cosas. La vida es como es, no como queremos que sea.

Hay que ser valientes y seguir, justo eso estoy intentando ahora, después de un par de años.

—Buenos días, elegante caballero —me da un cumplido al bajarse de su auto plateado, su sonrisa carismática y una energía contagiosa.

No pensé en verlo sonreír después de hacerlo esperar más de veinte minutos aquí afuera del hotel donde tenía una conferencia de trabajo, pero al parecer solo está feliz de verme, así que sonrío con amplitud.

—Isaac, tú siempre tan lindo —, digo al acercarme más, y ver que me espera con una caja rosada de bombones de chocolates—. Buenos días.

Lo abracé antes de recibir su regalo y me correspondió con sus brazos rodeando mi cintura. Un carraspeo de su parte me hace separarme un poco para enfrentarlo. Detallo el perfecto azul de sus ojos, brillan como dos diamantes, sus pestañas ligeramente curvadas hacia arriba. Humedece sus labios y hace un puchero.

—Después de tantos días, ¿solo me abrazas? ¿ni un beso? —se quejó, observándome a los ojos.

Reí abiertamente para luego acercarme y besar sus suaves labios, me recibe con gentileza y me sujeta de la cintura para acercarme aún más, sin importar quien estuviese viéndonos.

—Eres un hombre muy ansioso —indiqué antes de sacar de mi bolsillo unos tickets, Isaac frunce su ceño con intriga.

—Y curioso también... —agregó — ¿Qué son esos tickets?

Los alcé a la altura de nuestros rostros para que los detallara mejor.

—Una reservación en H&H, el nuevo restaurante del hotel donde nos quedaremos en Málaga.

Aclaré.

—Uhhh —mueve sus cejas con fervor —¿Una cena romántica?