Cuatro

5.2K 507 562
                                    


Armadura de hierro.

Julián Hicks

Necesitaba su abrazo más que nada en este jodido mundo, sentir como mis brazos lo rodeaban con tanta facilidad, presionando su cuerpo contra el mío.

Podía sentir y escuchar su respiración poca coordinada chocar contra mi pecho. No sé si fue por la escasez de ruido en el pasillo del hotel, pero mis latidos se escuchaban claros, cargados de alegría por este momento que tanto desee, y nostalgia porque sabía que no duraría tanto como quería.

Aunque suene absurdo o exagerado, no puedo soltarlo, y no hablo de este abrazo. Me refiero a los años que he perdido intentando sacarlo de mi cabeza y no he podido; o a las noches que me he quedado llorando hasta tarde, mirando el techo de mi habitación, extrañando tanto de él.

Jamás había amado tanto a una persona, él se encargó inconscientemente de poco a poco destrozar mi armadura de hierro.

Una armadura que ahora mismo me hace falta, porque por más que intente reprimir lo que siento en el pecho, llega un punto de quiebre, donde ya no puedes fingir más. Ese punto donde la sonrisa te sale torcida, donde la alegría que muestras es forzada.

Y no puedo más...no puedo seguir fingiendo que su ausencia no me tiene jodido.

—No puedo, ni te quiero olvidar —admití.

Alcancé a escuchar su respiración antes de librarse de mi abrazo, Temothée tomó una bocanada de aire y me observó directo a los ojos. Me sentí desnudo y vulnerable ante él. Pude notar lo enrojecidos que estaban sus ojos y lo perdida que se sentía su mirada a pesar de estar enfocada en mí.

—¿Y piensas que yo no te pensé estos últimos años?, ¿o creíste que iba a ser fácil olvidarme de ti? —su voz, se notaba el esfuerzo por mantenerla firme—, no saliste de mi cabeza ni un puto día, Julián.

—Niño yo s...

—Nunca dejé de pensarte —me interrumpió enojado—, fueron noches enteras las que lloré y deseé tenerte conmigo de nuevo, pero no podía lamentarme toda la vida...sería muy egoísta conmigo mismo.

—Temothée, mi vida era una mierda antes de que llegaras a ella —sollocé, lágrimas deslizándose por mis mejillas recordando lo feliz que fui escuchando sus quejas mientras pintábamos aquel salón de eventos, las veces que lo encontré observándome a escondidas, lo bien que me sentía haciendo nada juntos, solo acompañándonos en el silencio de una habitación—, desde antes que empezáramos a conocernos ya me gustabas, cariño. Me planteé muchas veces presentarme contigo, siempre me detuvo el miedo y la duda de si era lo correcto, porque sabía que el caos de mi pasado algún día perturbaría mi presente, pero se dio naturalmente el conocernos y pensé que el destino si estaba a mi favor por una vez en la vida.

Temothée guardó silencio, observándome con sus mejillas ruborizadas y llenas de lágrimas. Desvié mi vista al suelo, me daba vergüenza sostenerle la mirada, me sentía como la propia basura.

—Terminé siendo egoísta incluso aquella vez que acepté volverte parte de mi vida, sabiendo lo mal que podía terminar algún día.

Temothée lamió su labio inferior y tragó saliva antes de hablar.

—¿Sabes de lo que es capaz una persona enamorada, Julian? —su pregunta fue concisa, sus lágrimas habían parado esta vez y su tono de voz muy seguro—, es capaz de sumergirse y tocar fondo sin importar el caos, solo por sacar a su amado a la superficie.

Temothée © (Boys 02) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora