Temothée © (Boys 02)

Cinco

Una rosa blanca en un sobre rojo con aroma a lavanda.

Temothée Hammer

—No te vayas a enojar con ella.

La voz detrás de mi me sobresaltó, dejé de ver mi teléfono y lo encaré.

—Julián... ¿De qué hablas? —le pregunté confundido, él terminando de caminar hasta mi.

Tenía puesta una bermuda beige, una camiseta azul oscuro que se ajustaba muy bien a su cuerpo, y unas gafas de sol sobre la cabeza.

¿Ahora se me va a aparecer por casualidad en todos lados?...fruncí el ceño al entender.

—¿No te vayas a enojar con ella, dijiste? —pregunté, alternando mi vista entre Julián y mi teléfono.

"Scusami, figliolo. La vita è troppo breve per avere rancore per qualcuno che ami".

¿Acaso ella...?

—¿Te ayudó en esto? —inquirí con molestia.

—Solo porque fui muy insistente —quiso excusar a mi madre.

—No tiene derecho... ¿Cómo pudo? —ahogué en mi garganta un par de cosas—, ¿Cuando hablaste con ella?

—Cálmate, Timmy —pidió e intentó acercarse, pero lo detuve con mi mano.

Julián miró a las personas dispersas por el muelle, preocupado tal vez de que yo hiciera un show.

—¿Fue la noche que te vi en el estacionamiento?, ¿o luego de encontrarme tirado en el pasillo de hotel ebrio y perdido?, ¿fue ahí cuando de pronto te preocupaste y decidiste hablar con ella para esto?

—Con ella habló desde hace meses —admitió e hizo una pausa de largos segundos para mi—, en realidad creo que desde hace más de un año.

Mi expresión no fue nada normal, mi cejas casi se unían en confusión. ¿De qué estaba hablando él?

—No entiendo nada, ¿hay una cámara oculta? —fingí buscarla, demostrando que esto me parecía un chiste de mal gusto.

El viento moviendo con sutileza mi cabello.

—No es una broma, niño —su expresión era seria, del bolsillo de su bermuda sacó un sobre rojo que se me hizo familiar, no parecía tener algún papel o carta dentro, sino algo más grande.

Julián me extendió la mano con el sobre, su mirada triste como las últimas veces que nos hemos encontrado. Sin entender nada, sujeté el sobre rojo sintiendo una especie de dejavú, al abrirlo me recibió ese particular aroma a lavanda que ya reconocía de algún lado.

Cerré los ojos y aprecié el aroma intentando recordar.

—Sí la cagué al irme sin darte explicaciones, pero entre mis razones nunca estuvo la intención de lastimarte o hacerte pensar que ya no te amaba —empezó a decir, me quedé meditando lo que estaba sucediendo, detallando lo que había sacado de ese sobre rojo—, nunca dejé de estar ahí, aunque no estuviese contigo.

Era una rosa blanca en un sobre rojo con aroma a lavanda.

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