Locura

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Hakkai se estiró, dándose un susto de muerte cuando casi pierde el equilibrio y cae de la gran rama del árbol donde dormía. Se preguntó cuántos días querían para poder regresar a la comodidad de dormir en tierra firme.

Desde abajo le silbaron para llamar su atención. Al asomarse pudo ver a Souya haciéndole un gesto para avisarle que ya podía regresar con ellos.

—Me deben un masaje. Mi espalda está matándome— se quejó después de bajar y ver qué del refugio salía Chifuyu con muy mal aspecto— ¿Todo en orden?

El rubio asintió diciéndole que iría a darse un baño pues sabía que apestaba luego de haber estado encerrado casi una semana en el refugio.

Tristemente, cuando uno de los chicos entraba en su celo, Hakkai era quien pagaba las consecuencias pues tenía que mantenerse alejado del lugar, pero también manteniéndose lo suficientemente cerca como para detectar algún otro alfa y ahuyentarlo.

—Nunca pensé que terminaría viviendo con cuatro omegas— dijo cubriendo su nariz mientras los demás se encargaban de airear el refugio para que las feromonas residuales de Chifuyu se esfumaran—. Ni siquiera sabía qué era un omega.

Takemichi reía para sus adentros por los constantes reclamos de Hakkai. Pero estaba muy agradecido con él, ya que otro alfa se habría aprovechado de su situación, y muy probablemente alguno de ellos se habría enlazado a él. Entonces el bichito de la curiosidad le picó ¿En verdad Hakkai no se sentía atraído por ninguno de ellos?

El alfa se percató de la mirada perdida de Takemichi, por lo que supuso que algún pensamiento extraño rondaba por su cabeza. Pasó su mano por delante del rostro del pelinegro para sacarlo de sus pensamientos.

—Estabas frunciendo mucho el ceño— dijo con una sonrisa amigable.

Los gemelos sacudieron sus manos después de finalizado el trabajo de limpiar el refugio. Por fin podían respirar aire limpio, y no el empalagoso aroma a chocolate de Chifuyu.

—Ahora que su celo terminó ¿Se marcharán?— preguntó Nahoya a Takemichi.

El pelinegro asintió con la cabeza. Habían estado más tiempo de lo esperado acompañando a los gemelos. Fueron cuatro meses en que no pudieron moverse del lugar debido a que los omegas habían presentado sus celos de manera consecutiva, y por lo menos para Chifuyu y Takemichi era muy peligroso salir en ese estado, aún si contaban con la compañía de un alfa como Hakkai, que ya se había visto enfrentado a otros para evitar que se acercaran a sus amigos en tal estado de vulnerabilidad.

—Sobre eso... reconsideramos su invitación— dijo Nahoya rascando su nuca mientras veía a su hermano gemelo entablar una alegre conversación—. Sé que nos habíamos negado a acompañarlos en su viaje, pero Angry se ha vuelto muy cercano a Hakkai. Es la primera vez que tiene un verdadero amigo, y la verdad es que no quiero que lo pierda tan rápido.

—¿Entonces vendrán con nosotros?— preguntó con mucho entusiasmo, que se intensificó cuando el pelinaranja asintió.

La celebración duró muy poco cuando escucharon un grito proveniente desde donde se suponía que estaría Chifuyu dándose un baño. Corrieron tan rápido como pudieron. Seguramente alguien lo había atacado. Y no se habían equivocado. El rubio tenía encima a un sujeto de largo cabello, que parecía fuera de sí. Takemichi lo identificó de inmediato. Era el chico que meses atrás se cruzó en su camino y había sido increíblemente grosero con ellos cuando le pidieron indicaciones sobre cómo llegar a una tribu cercana.

—¡Quítenme a este bastardo de encima!— gruñía Chifuyu forcejeando con el pelilargo.

Hakkai lanzó a Keisuke al río luego de envolverlo en una gran burbuja de agua, y hacer que la corriente fuera lo suficientemente intensa como para llevárselo a toda velocidad.

Chifuyu respiraba acelerado mientras intentaba explicarles cómo el sujeto había salido literalmente de la nada y que le saltó encima sin decir palabra alguna. También les mostró una mordida en su antebrazo, que el alfa le había hecho cuando evitaba que acercara su rostro a él.

—No todos nos volvemos así de locos como él cuando estamos en esos días del mes— dijo Hakkai cuando los omegas comenzaron a quejarse de las impulsivas acciones de los alfas durante sus celos—. Se llama autocontrol, y tengo mucho de eso.

Habían llevado a Chifuyu al refugio para que se vistiera y para curar la herida en su brazo. El rubio se quejaba diciendo que la zona le dolía como el infierno a medida que Souya la desinfectaba.

Una vez que Chifuyu se encontró vendado, acordaron arreglar sus pertenencias para marcharse del sitio. Era bastante seguro que Keisuke regresaría por el rubio, por lo que no estaban dispuestos a quedarse a averiguarlo.

Nahoya y Souya se despidieron de su hogar, prometiendo volver tan pronto como Takemichi encontrara a su familia.

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Keisuke salió de las agitadas aguas del río a duras penas. Su mente aún seguía un tanto nublada cuando Manjiro lo encontró recostado sobre la hierba al borde del río.

—Los encontré— dijo con una sonrisa satisfactoria—. No están muy lejos de aquí.

El rubio le ayudó a ponerse de pie, exhalando con desagrado al sentir el aroma a menta inundar sus fosas nasales.

—Se supone que ya pasó— dijo cubriendo su nariz mientras iban siguiendo las marcas de quemaduras en los arboles que Keisuke había dejado para no perderse.

—Él lo provocó— respondió molesto llevando la mano a su cabeza—. Pero Dios... Olía increíblemente delicioso.

Manjiro se burló de él al notar como llevaba una dolorosa erección, para luego decirle que la suya era más grande. Keisuke lo empujó con su hombro diciéndole que era una reacción normal de su cuerpo.

El mayor de los alfas pudo ver cómo el otro se ponía más inquieto a medida que se acercaban al sitio donde había emboscado a Chifuyu. Era comprensible, había un tenue aroma a feromonas aún por el lugar, pero no era como si aquello lo enloqueciera cómo lo estaba haciendo con el pelinegro a su lado.

—Ni pienses que te prestaré mi mano para calmarte— dijo Manjiro un tanto asqueado viendo a Keisuke en un estado de excitación impresionante.

—Dame unos minutos— dijo dándole la espalda, sacando su dolorosa erección para comenzar a masturbarse.

Manjiro aprovechó esa instancia para recorrer los alrededores. Si Chifuyu había estado cerca, quería decir que Takemichi también. Y por ende debieron quedarse en algún escondite. Fue difícil encontrarlo, pero el alfa sonrió feliz y satisfecho de dar con dicho sitio. Agradeció que Keisuke no lo había acompañado hasta ahí, pues se habría trastornado aún más. El aroma a chocolate se sentía más fuerte dentro del refugio.

—Ya se marcharon— dijo saliendo del sitio y regresando con Keisuke, que lavaba sus manos en el río—. No deben estar muy lejos.

—Genial— respondió irguiéndose.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora