Takeo

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Takemichi giró en la cama por enésima vez, dejando escapar el aire por su boca sonoramente. Estaba muy incómodo y todo se debía a que la fecha de dar a luz estaba cercana. Volvió a girarse, dándole la espalda a Manjiro a su lado.
Apretó sus ojos cuando sintió que el bebé comenzaba a moverse, inquieto.

—¿No puedes dormir?— preguntó el rubio apegándose a su espalda.

—No me deja— respondió en voz baja.

El pelinegro apartó la mano de Manjiro cuando éste la posó sobre su abultado vientre. Takemichi le había repetido muchas veces que no le gustaba que hiciera eso, ya que le daba la impresión de que estaba muy gordo y que el alfa se estaba burlando de él con eso. Decidió que lo mejor sería dar unas cuantas vueltas por la casa, como lo hacía cada noche, para aliviar un poco el estrés y también ese maldito dolor que lo aquejaba desde hacía meses.

Mikey suspiró con tristeza. Entendía perfectamente que Takemichi mantuviera su distancia con él, pues cualquiera en su situación lo haría. Pero lo frustraba tanto el esforzarse tanto para ganarse el corazón de forma romántica del omega y sólo recibir ese trato.

—N-no...puede ser— murmuró Takemichi parado frente a la puerta, sosteniendo innerte el pomo.

Mikey se levantó para ver qué le ocurría. Seguramente se trataba de una araña, sin embargo cuando estaba a unos pasos de distancias, se dió cuenta que alrededor de Takemichi había un charco de agua. Se preguntó si estaban teniendo filtración de agua por alguna parte. Ya sabía que ese invento raro de "tuberías" de los hermanos Haitani para proveer de agua en la casa no era una gran idea.

—¡Mierda!— exclamó el pelinegro aún inmóvil, apretando el pomo con tal fuerza, que Manjiro escuchó el metal crujir en la mano de su pareja.

Manjiro lo sujetó por la espalda cuando percibió el aroma de las feromonas que Takemichi expelía cuando se encontraba en peligro o necesitaba de su ayuda. Caminaron lentamente hasta la cama, en tanto que el omega decía sentirse muy adolorido, con realce en su zona baja. Mikey sabía a qué se debía aquel dolor, por lo que se apresuró en vestirse de forma adecuada para ir en busca de la persona que podría ayudarle a solucionar el problema.

Takemichi evitó que Manjiro le dejara solo alcanzando su mano. El alfa le decía que debía ir por Wakasa ya que se encontraba en labor de parto. Sin embargo, su pareja le pidió entre sollozos que no lo abandonara, porque le aterraba el dolor intenso que sentía. El rubio subió a la cama y se puso tras el omega para servir como una especie de soporte donde podría echar su cuerpo hacia atrás y quedar recostado sobre él.

—Gracias— murmuró agarrando las rodillas de Mikey con sus manos, mientras un par de brazos rodeaban su cuerpo por unos segundos.

—Lo estás haciendo bien— respondió apoyando su mentón en el hombro del más joven mientras le ayudaba a quitarse el pantalón y la ropa interior.

Takemichi apretó su agarre a las rodillas de Mikey cuando una fuerte oleada de dolor lo acongojó. Su compañero besó su hombro y cuello para distraerlo un poco, pero el omega le dijo que no estaba sirviendo ya que el dolor era más grande.

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Chifuyu entró a la casa de forma sigilosa, luego de que escuchara los gritos de Takemichi desde la calle mientras daba su paseo nocturno diario con el que lograba lidiar con su ansiedad. Era poco usual que su mejor amigo gritara de esa manera en mitad de la noche, por lo que supo que algo no andaba bien. Jamás se imaginó que sería participe de la llegada al mundo de Takeo, un pálido y diminuto bebé pelinegro.

El omega rubio tuvo que moverse por la habitación siguiendo las instrucciones de Manjiro, quien seguía siendo una especie de silla para un agotadísimo Takemichi. Chifuyu se encargó de limpiar al pequeño Takeo antes de poder entregarlo a sus padres. Estaba el temor de que el pelinegro rechazara a su hijo, debido a la actitud que había mostrado a lo largo de su embarazo, pero en cuanto el niño fue recibido por el omega, éste último comenzó a llorar emocionado, diciendo que estaba feliz de por fin conocerlo.

Keisuke entró a la habitación exaltado; Chifuyu había demorado más de lo habitual en regresar a casa y tuvo que salir a buscarlo. Cuando vio la puerta del hogar de Manjiro abierta pensó que algo malo había pasado.

—¡No! ¡Suéltalo!— gritó Chifuyu cuando una masa de agua rodeó el cuello de Baji.

Manjiro estaba actuando bajo sus instintos cuando Keisuke entró a la habitación. No era su amigo en ese momento, sólo se trataba de un alfa invadiendo su pequeño territorio personal, poniendo en riesgo la integridad de su compañero en estado de vulnerabilidad y a su recién nacido. Sólo estaba velando por la seguridad de ambos.

Para poder liberarse del agarre alrededor de su cuello antes de que se transformara en aquel sólido hielo inderretible, tuvo que utilizar su poder para evaporar rápidamente la masa de agua.

Chifuyu tomó la mano de su compañero para obligarlo a salir de la habitación rápidamente antes de que Mikey se alterara más debido a la poca visibilidad dentro de la habitación producto del agua evaporada.

—En casa te explico todo— dijo el rubio corriendo, jalando del alfa para que le siguiera.

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Takemichi fue llevado en brazos junto con el bebé a la otra habitación. No podían dormir en una cama sucia como la que había dado a luz, así que Manjiro optó por esa opción.

—Después debes disculparte con Baji— dijo acariciando el rostro del bebé dormido sobre su pecho.

—Ni hablar— respondió Manjiro sentado en el borde de la cama con la mirada puesta en la puerta.

La visita inesperada de Keisuke lo había dejado en un estado de alerta que duraría el resto de la noche. Takemichi seguía mimando a su hijo con caricias y dulces palabras, batallando con el pesar en sus ojos. Mikey le dijo que debía de dormir, pero el omega se negó con el pretexto de que le daba miedo aplastar al pequeño si se giraba sin querer al estar dormido. Bastó con que Mikey se recostara a su lado para que el chico cayera rendido ante el cansancio acumulado de varias semanas sin descansar de manera adecuada y también del agotamiento de su parto.

Mikey vio detenidamente a su hijo y sintió su pecho hincharse de orgullo.

—Te prometo que me ganaré el amor incondicional de tu mami— susurró sonriendo por la ternura que le causó un quejidito que dió el bebé cuando removió un poco su cabeza y quedó con la boca abierta—. Mereces una familia feliz, y lucharé por dártela.

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Chifuyu paseaba por la sala contándole con lujo de detalles lo que había sido el parte. Keisuke quedó sorprendido por el entusiasmo con el que el omega le relataba lo ocurrido.

—No pudiste verlo, pero créeme que es una cosita preciosa— dijo con una gran sonrisa—. Tengo que convencer a Takemichi que me deje ser su padrino.

—Si, que bueno— dijo después de dar un gran bostezo— ¿Qué tal si regresamos a la cama? Tengo sueño.

Chifuyu hizo un mohín, seguramente Keisuke había dejado de ponerle atención a mitad de su conversación, como últimamente lo había estado haciendo. Dejó escapar un suspiro, diciéndole que se adelantara. Baji asintió regresando al cuarto.

—Esto apesta— se dijo Chifuyu acomodándose en el sofá.

Resiliencia [Omegaverse] [Tokyo Revengers]Where stories live. Discover now