Mikoto busca redención

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Mikoto tomó el banquillo que ocupaba como escalón para alcanzar los sitios más altos de las estanterías y lo llevó hasta el otro extremo.

Se había levantado casi de madrugada, cuando entre sueños, creyó recordar algo sumamente importante con respecto a su encuentro con Naruto el día anterior. Un presentimiento, no uno como el que tuvo al sospechar que Sakura estaba embarazada, era algo más aterrador porque podía escuchar los lamentos de los muertos sin descanso. No obstante, al adivinar con las varas, no había sacado mucho en claro, solo veía que la respuesta estaba ahí, en la casa.

Repasó los objetos, intentando recordar en dónde había visto ese símbolo que se parecía tanto como era diferente a la protección del hogar. Sin embargo, no fue sino hasta que reparó en un grueso volumen encuadernado en cuero rojizo con cantoneras de bronce, que recordó en dónde. No tenía título ni autor, solo un grabado en la portada: un triángulo equilátero con la punta hacia abajo inscrito en una circunferencia.

Todo volvió a su memoria súbitamente.

Ese libro había llegado a sus manos hacía unos diez años gracias a un anticuario que pensó en ella como primera opción ya que no quería donarlo a la Universidad, principalmente porque una donación implicaba "regalar", mientras que un coleccionista le daría algo más gratificante que una placa con su nombre en la contracubierta adjunto a la leyenda "En agradecimiento por la donación". No había pedido mucho, se había depreciado su valor porque no había manera de autenticar su contenido, si bien su edad era indiscutible.

Escrito en un dialecto en desuso, le había tomado una semana comprender que se trataba del libro ritual de una deformación del culto a los muertos que se creía extinta desde hacía más de dos siglos, cuando tras una violenta batalla se consideró erradicada la secta Jashinista al morir, o ser arrestados, sus practicantes.

Pasó las hojas con cuidado, entre texto e ilustraciones pronto encontró lo que buscaba. Repasó con los dedos el símbolo que Naruto había descubierto en la casa de todas las víctimas, era ese, sin duda alguna. Dentro del argot que empleaban los miembros y los símbolos identificadores, se suponía que ese se reservaba para marcar las casas de los sacrificios elegidos.

El culto a Jashin se organizaba en diferentes rangos, aquellos que, por su edad o enfermedad, carecieran de fuerza o destreza, funcionaban como observadores y debían de encontrar a la víctima adecuada. Una vez que estaban seguros de que cumplía con los requisitos, colocaban la marca en un punto visible, entonces el ejecutor llegaba cuando los espíritus mostraran el momento propicio.

Con el libro bajo el brazo dejó la biblioteca para dirigirse a la sala de la casa en donde estaba el teléfono. Sacó la tarjeta que le había dado Hinata y marcó el número de Naruto.

El chico tardó un par de tonos en contestar, y luego de presentarse, ya que seguramente él no tenía el número de su casa registrado, le dijo el motivo por el que lo llamaba.

—Tienes que venir, llévale un libro a Ita-chan. Estamos ante un problema más grande de lo que parece.

No quería dar demasiados detalles, pero Naruto no dejaba de parlotear que cuando menos le explicara algo porque Itachi no le iba a decir nada.

—El culto a la muerte de Jashin escala en niveles de violencia. Naruto-kun, "el enterrador" no es una sola persona, alguien está iniciando a un grupo para revivir un culto extinto. Sepultar vivo a alguien es primer nivel, no implica mirar sus ojos mientras muere, solo la idea de asimilar la responsabilidad de la muerte, después empezarán las estrangulaciones, los apuñalamientos, seguirán con el desmembramiento y deberían culminar devorando los cuerpos.

Naruto se quedó callado. Mikoto pudo escuchar su respiración agitada al otro lado de la línea, pero antes de que pudiera decirle algo más, el chico se apresuró a decir que iba para allá.

Bienvenida a la familiaWhere stories live. Discover now