Capítulo 27

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Lucius levanto la cabeza del inodoro y se sentó en el frío suelo apoyando la cabeza en el sucio objeto, sabía que sus feromonas se encontraban descontroladas pero era incapaz de olerlas, no con la intensidad propia de cuando sus emociones estaban a flor de piel, era como si el olor a jazmín hubiera desaparecido de su cuerpo. Mantuvo los ojos cerrados esperando relajarse, quería a sus alfas, su cuerpo pedía el toque de ambos, pero en esos momentos era imposible ya que Remus y Sirius se encontraban entrenando junto a Tom para el duelo, toda la manada se había implicado, ninguno quería perder.

Cuando sintió que las nauseas desaparecieron se deslizó fuera del pequeño cubículo buscando su nido. Durante lo que parecieron horas deambulo por los solitarios pasillos absorto de lo que ocurría a su alrededor, como si de un sueño se tratara, hasta que sus manos tocaron la suave tela  de la cama permitiendo a su omega descansar.

-Lucius amor- sonó entre la neblina que era su mente- extiende el brazo, no me gruñas cariño- continuo insistiendo la voz- deja que Madame Pomfrey te saque sangre.

Sirius miraba en silencio como Remus intentaba que el omega sacara la extremidad del nido improvisado que había creado el rubio en sus camas, Madame Pomfrey a su lado tan solo esperaba con la aguja preparada, el alfa no era partidario de los métodos muggles pero la situación de Lucius era demasiado desconcertante. Hacía tan solo media hora que la Dama Gorda había movilizado a todos los cuadros de Hogwarts hasta dar con alguien que no se encontrara en los campus de Quidditch observándoles entrenar, la imagen de un embarazado Arthur corriendo y desprendiendo feromonas de desesperación seguido de Xenophilius en la misma situación le provocaría pesadillas hasta el día de su muerte.

-Muy bien omega- continuó susurrando el alfa- ahora solo aguanta el pinchazo y todo habrá terminado. 

El moreno observó como la sangre se deslizaba lejos de su pareja hasta el pequeño bote que levitaba a su lado. Con rapidez, la beta, lanzó varios hechizos sobre el espeso líquido, su cara seria no auguraba nada bueno para los alfas que esperaban. Remus a su lado se movió incómodo, Lucius era demasiado importante para ambos y verlo en ese estado estaba volviéndolo loco sacando a relucir sus características licántropas.

-Señor Lupin- llamó- a continuación puede que sienta la necesidad de dejar su lobo interior salir, contrólelo. 

La varita de la mujer desprendió un brillo cálido que se fue acentuando poco a poco, sin forma alguna pero lo suficientemente fuerte para alterar al lobo. Sirius soltó el pelo del omega y agarro la mano de su pareja intentando otorgarle apoyo. Las virutas de luz danzaron alrededor de la sangre provocando un leve brillo en ella y fluctuaciones, como si danzara en busca de estar más cerca del brillo.

-No puede ser- gruño el de cicatrices- dime que no es cierto, dime que no le he pegado a Lucius mi licantropía.

-No le ha pegado a su pareja su licantropía- tranquilizó la mujer- pero al bebé que porta si. 

-¿Cómo?- preguntaron al unísono.

-El señor Malfoy esta embarazado y el bebé es licántropo.

Sirius miró a la mujer con una sonrisa, Remus había preñado a Lucius, las dos personas que más amaban traerían un bebé al pack. Con rapidez se giró hacia el alfa en busca de sus labios, la felicidad rebosaba por cada poro de su piel. El miedo le paralizó al ver al cara descompuesta del futuro padre, Remus estaba verdaderamente enfadado. 

-Sácaselo- gruñó el león- sácaselo.

-Señor Lupin  no puedo hacer eso- tartamudeo la beta- para un omega perder su bebé es traumatizante, dejaría de ser el mismo, acabaría...

-No tiene porque enterarse- corto- podemos fingir que ha sido una enfermedad, no tiene porque saber que estaba embarazado.

-No lo hare- siguió negándose la mujer- usted puede ser su pareja pero no lo ha marcado y según la ley no tiene poder sobre él. 

Remus gruño. Sirius fue lanzado lejos del omega aterrizando sobre la puerta, desconcertado observo como su amigo y compañero de vida se alzaba sobre el indefenso omega, desnudando su parte baja y gruñendo a la beta que intentaba acercarse. El moreno se levanto corriendo y sacó a la mujer del cuarto, la persona que amaba ya no se encontraba allí, solo había un lobo buscando conseguir lo que quería. 

-Tienes que detenerlo- le pidió la mujer- va a marcarlo.

-Ni siquiera yo puedo pararlo cuando esta así- explicó- ha perdido la razón, el miedo le ha ganado.

Con lágrimas reprimidas esperaron a que el alfa terminara, sabían que sería rápido, no habría amor en el acto, ni siquiera pasión, solo el deseo de la marca. Remus salió poco minutos después con la ropa intacta y el pelo levemente revuelto como si nada hubiera ocurrido en aquella habitación.

-Ya es mío- gruño- ahora sácaselo.

Madame Pomfrey entró en la habitación llorando de impotencia, Lucius era demasiado joven para sufrir la pérdida de un cachorro pero, una vez que estaba marcado, las leyes iban en su contra, lo único que la relajaba era que solo se trataba se un sencillo hechizo sin consecuencias debido a la inmediatez del embarazo. Más lágrimas salieron de sus ojos, el rubio nunca podría saber porque la sensación de vacío le inundaba, sería desgraciado toda su vida sin conocer el motivo.

-¿Me odias?- le pregunto a Sirius una vez Madame Pomfrey desapareció de su vista.

-No- contesto con sinceridad- el miedo te ha ganado pero- el alfa miró a su pareja con pesar- ¿cómo se lo explicaras a él?

-No tiene porque saberlo Sirius- insistió.

-¿Y cómo le explicaras la marca?- continuo, su atención solamente estaba centrada en la puerta cerrada- es solo la tuya.

-Diremos que perdí el control cuando le vi enfermo, lo cual no es mentira.

-Espero que te crea, sino tendrás que vivir toda tu vida con su odio y eso será peor que un hijo licántropo.

La beta salió de la habitación cortando la conversación y ganándose la atención de ambos alfas.

-¿Cómo esta?- pregunto preocupado Remus-¿ha salido bien?

-No he podido hacerlo señor Lupin-afirmo.

-¿Cómo?-gruño- es su deber.

-Lo se y fui a hacerlo pero-su voz sonaba cada vez más baja- entro un escarabajo y se lo llevo.

-No estamos para bromas- gruñó- ¿por qué no le ha quitado eso a mi pareja?

-No es una broma señor Lupin- afirmo enfadada- puede entrar y comprobar que su pareja no esta.

Ambos alfas la apartaron y entraron al lugar comprobando con incredulidad que las palabras de la mujer eran ciertas, su omega había desaparecido.

-¿Un escarabajo?- pregunto Sirius sin creérselo- joder con el castillo.

Como sobrevivir siendo un omega (Harry Potter)Where stories live. Discover now