Capitulo 7

48 4 0
                                    

-"Tengo frío... Tengo mucho frío, por que no siento mi ropa...? ¿Porqué mis brazos están hacia arriba? ... ¿¿Porqué no puedo moverlos??" – Son cosas que estaban pasando por mi mente... Sentía algo metálico rodeando mis muñecas y cuando las movía el sonido de una pequeña cadena se hacia presente, eran esposas. Moví mis pies que estaban libres, pero me dolían como el demonio y varias partes de mi cuerpo también dolían.
Podía sentir una brisa fría que rozo mis pezones que se endurecieron, mi bello corporal se puso como piel de gallina y ahí me di cuenta que estaba desnuda, desnuda sobre una cama que olía a sudor. Al mover ligeramente mi torso pude escuchar los resortes debajo del colchón y con los dedos de mi pie derecho pude sentir que en mi pierna izquierda había un corte... No, varios cortes y moretones frescos que dolían.

Hasta ahora me di cuenta de algo... No podía ver.
Mis ojos estaban tapados con lo que parecía una banda de color negro, por que ese era el único color que podía ver... Negro o Nada.
Entre en pánico, ¿¿dónde estoy?? ¿¿Dónde están mis ropas?? ¿¿Quién me hizo esto?? ¿¿Qué me hicieron?? Al tratar de sentarme sentí un dolor horrible que venia de mi vagina. Un ardor tan profundo como si me hubieran metido una estaca afilada hasta el útero y apenas me permitía mover mis piernas, era demasiado doloroso.
También sentía mi vagina seca como si se hubiera derramado algo sobre ella y permaneciera así hasta endurecerse... No puedo decir que cosa era, pero se sentía asqueroso. ¿Me orine encima?.

- Nuestra bella durmiente a despertado. – Alguien hablo, era un hombre y su voz se escuchaba áspera.

- ¿Quién eres? – Escuche como sus pasos se aproximaban y cada vez estaba cerca de mi. Sentí tanto miedo. – N-no te me acerques... – La voz apenas me salía y era entrecortada.

- No te lo diré preciosa, no tienes por que saberlo. – Su mano toco mi cuello, lo acariciaba pasando las puntas de sus uñas por mi piel y bajo hasta mi pecho. Lo escuchaba suspirar, sentía en mi cara el aire caliente que emitía su boca y aun que no podía verlo dentro de mi sabía que estaba sonriendo.

Sentí su otra mano agarrar con fuerza mi mandíbula, apretando mis mejillas hasta hacer que mis labios formaran un beso y poso sus labios en los míos. Era asqueroso como si su boca fuera los colmillos de una mamba y te estuviera infectando con su veneno, pero hasta las mambas lo hacen por instintos de protección, no por instintos salvajes.
El hombre forzó su lengua adentro de mi boca, no quería... No quería su asquerosa saliva en mi y como de un ratón se tratara mordí su lengua, su viscosa lengua de mamba y así me libere de su mordida.
De su boca salió un quejido y después sentí sus manos en mi cuello, lo estaba ¡Apretando! Y yo no podía hacer nada... Solo soltar quejidos de dolor, mientras movía inútilmente mis manos olvidando que estaban encadenadas. Quise patearlo, pero se puso encima mío y siguió presionando sus manos en mi cuello soltando pequeños gruñidos que en mi mente sonaban como un jabalí en celo.

No podía ver nada mas que ese negro profundo y sentir sus manos que me obstruían el aire, a la vez que escuchaba los recortes de la cama rechinar. – "¿Voy a morir así?" – Pensé. La idea de morir después de ser usada como una muñeca, el pensar que mi cuerpo será arrojado al abismo mas desconocido por el mundo y... El ser mi cuerpo putrefacto o mis huesos terrosos la ultima visión que tendrán mis seres amados... Era mas aterrador que estar en la misma habitación que tu atacante.
Cuando deje de emitir gemidos sentí sus manos aflojando mi cuello y por fin pude respirar como si fuera la primera vez. Escuche su risa y sus jadeos cuando alejo sus manos de mi cuerpo.

-Eres increíble. Con solo sentir su cuerpo y escucharte ahogar de dolor hiciste que me corriera. – Escuche el cierre de su pantalón y después sentí su mano pasando por mi labio un liquido viscoso. Era su semen, quiero vomitar. Ahí confirme que lo que estaba en mi vagina... Era su semen. – Pero ahora no es tiempo para follar mi bella durmiente. Es hora de jugar a la mente maestra. – ¿La mente maestra?. – Si te portas bien, te aseguro que volverás a casa así que obedece todo en silencio. – Puso su dedo índice en mi boca. – Regreso pronto. – Exclamo con alegría, escuche sus pasos dirigirse hacia una puerta... Siete pasos. Supe que se fue cuando cerro la puerta con llave y no escuche nada mas.

Lagrimas de MargaritasOnde histórias criam vida. Descubra agora