23.Confío en ti, pero en ella jamás

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Piper estaba atareada haciendo algunas notas respecto a su proyecto, mientras Stella simplemente se limitaba a observarla mordiéndose el labio inferior.
Y es que había algo en la inteligencia de la rubia, además de su mal humor que causaba muchas cosas en Stella.
Le gustaba verla y también hacerla enojar. Adoraba ese gesto de molestia que se dibujaba en su bonito rostro, pero más le gustaba saber que sí Alex supiera que estaba a solas en el departamento de su novia y mirándola de esa forma tan atenta, seguramente se retorcería de los celos.

—¿Te han dicho lo preciosa que eres cuando estás concentrada en algo?— dijo levantándole un mechón de cabello con el lápiz.

El rostro de Piper se crispó de molestia. ¿Quién diablos se creía Stella para decirle ese tipo de cosas cuando en realidad deberían estar solo trabajando? Ella no quería esos atrevimientos, no cuando echaba tanto de menos a su novia y pensaba en lo mucho que quería verla y no precisamente para pelear como seguramente lo harían si Alex se llegaba a entrar de lo que Stella pretendía y también respecto a que Piper seguía trabajando con ella.

—Sí, Alex me lo dice todo el tiempo. Incluso cuando no estoy concentrada.

—Sí, bueno... Pero ella no está aquí contigo, así que...

—¿Puedes concentrarte en el trabajo? Ni siquiera me has ayudado a nada.— gruñó volviendo el rostro a sus notas —Deberías iniciar con un poco de la historia.

—Sí, pero dime, ¿De verdad vas a resistir tanto sin ver a Alex? Yo podría, no sé...— sonrió con coquetería acercándose un poco —Hacerte compañía mientras ella no está.

—No.— se puso de pie —Lárgate de mi departamento.

La rubia señaló hacia la puerta con el ceño completamente fruncido por el enojo. No quería lidiar con Stella y si eso significaba tener que reprobar, bueno, entonces era cosa del destino.
Ella no quería saber más de coqueterías o atrevimientos por parte de la australiana, ni siquiera si Alex estaba lejos o cualquier cosa que pasara entre ellas. Después de todo, no había manera de que la rubia quisiera algo más allá con Stella o cualquier otra persona, ella amaba a Alex y dudaba que algún día pudiera sentir algo por otra persona.

—Vamos, Piper.— se rio —No puedes ser tan perra cuando prácticamente te salvé de reprobar y de que te dijeran de baja del curso.

—¿Tú?— la rubia se acercó a ella con la molestia haciéndole remarcar más la vena de su frente —No te equivoques, estamos juntas en este patético equipo solo porque no tuve opción. Pero es como estar trabajando sola.

—Pues eres molesta y cuadrada.— respondió —No te esfuerzas siquiera por darme instrucciones concretas de lo que debo hacer, ¿Cómo esperas que lo haga?

—Porque tú tomas la misma clase que yo, ¡Maldita sea!

—Pero está claro que tu intelecto es superior al mío y al de cualquiera.— se rio con ironía —Y no finjas que no lo sabes porque es más que obvio que la mayoría de nosotros simplemente te admiramos de lejos como si fueras un cerebro en un frasco.

La rubia se lo pensó por un momento y concluyó en que quizás Stella tenía razón.
Había estado acostumbrada a hacer de su inteligencia el mejor de sus atributos y a no minimizarlo, y mucho tiempo fue su fuerte, incluso aunque eso alejara a las personas de ella.
Era pretenciosa y sabelotodo, hacía gala de ello y precisamente, no tenía muchos amigos gracias a ello. Y así había sido desde siempre.
Quizás había sido insensible y muy engreída sin notar las habilidades o debilidades de su compañera de equipo.

—Mira, lamento si te minimicé o limité en algún aspecto, pero justo ahora no tengo tiempo ni ganas de lidiar con todo esto.— suspiró —Así que vete.

PERDIÉNDOME EN TIWhere stories live. Discover now