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Horacio frunció el ceño aún con los ojos cerrados. Su despertar se había visto interrumpido por un profundo dolor en gran parte de su cuerpo, sobre todo en la espalda y cuello, aunque la cabeza tampoco se libraba. Abrió lentamente los ojos, soltando algún que otro quejido lastimero casi imperceptible, y se dio cuenta de que el lugar en el que se encontraba daba vueltas.

—Mierda— murmuró de forma inteligible mientras se llevaba la mano a la cara.

El alcohol de la noche anterior le estaba pasando factura sin duda, aunque sabía que de eso se recuperaría pronto, lo que más le preocupaba eran las adoloridas articulaciones de su preciado cuerpo. Con mucha cautela, alejó la mano de su cara para volver a centrar la vista, esperando pacientemente a que el mareo disminuyese.

Se encontró con la sala de la noche anterior y se dio entonces cuenta de que había bebido tanto que lo más seguro es que se quedara dormido en el mismo sitio. Se movió un poco y no fue hasta aquel momento que notó algo por debajo de su cuello. Al mirar en su dirección se topó con un pálido brazo que se extendía bajo él.

Abrió mucho los ojos en cuanto su espesa mente comenzó a darse cuenta de lo que pasaba. Con cuidado de no hacer movimientos bruscos se incorporó un poco, girándose hacia el otro lado y así ver al dueño del brazo. Volkov descansaba boca arriba a su lado, ambos tirados en el suelo frente al sofá. El menor, sin saber muy bien cómo reaccionar, volvió a su posición inicial, dándole la espalda al ruso y con la cabeza encima de su brazo nuevamente.

"Joder, joder, joder", se repetía en su mente, "¿Y ahora que hago? ¿Le despierto? ¿Espero hasta que se despierte él solo y vea la situación? ¿O mejor hago como si no hubiese pasado nada? Aunque no ha pasado nada, simplemente nos quedamos dormidos no debería alborotarme tanto. Creo."

Su mente se quedó completamente en blanco al notar cómo el brazo sobre el que descansaba empezaba a moverse, por lo que se mantuvo inmóvil.

—чеpт возьMи...— escuchó el menor, aunque juraría que si lo hubiese dicho en su idioma tampoco lo habría entendido por lo adormilado que había hablado el ruso.

Volkov también notó los estragos del alcohol, aunque en menor medida que Horacio, pues su tolerancia era mayor. Insistivamente quiso llevarse la mano a la cara para calmar el mareo, pero su tarea se vio detenida por el peso que había sobre su brazo derecho. De inmediato abrió los ojos y buscó aquello que le retenía, casi a la defensiva por si se trataba de una amenaza, pero grande fue su sorpresa al ver la llamativa cresta despeinada de su compañero reposar sobre su extremidad. Volvió a girar la cabeza para observar el techo, casi en pánico.

"какого хрена...¿Le despierto?" Se preguntaba en su mente "Si quito el brazo se despertará, así que mejor espero" finalizó, decidido a quedarse mirando el techo de la sala mientras el menor dormía, pero entonces frunció el ceño, confuso y hasta indignado por sus propios pensamientos. "No, no puedo esperar, tenemos que retomar la Incursión y volver al Arca".

Aquella idea le llevó a ver el reloj de su muñeca, preocupado, y hacía bien en preocuparse. Casi deja escapar un jadeo al darse cuenta de la hora que era. En sus años como Inmune nunca le había pasado aquello, en gran parte porque su insomnio y sus pesadillas no le dejaban dormir como debería, pero aquella noche había sido la excepción en todo. Al momento decidió incorporarse, aún sin mover demasiado el brazo para no desvelar al de ojos bicolor y así no viera la situación en la que se encontraban, aunque ya era inútil. Horacio se dio cuenta de que era el momento de actuar al notar cómo el peligris empezaba a desplazar el brazo poco a poco, así que, fingiendo que se acababa de despertar, comenzó a removerse aún en el suelo. Volkov se quedó quieto, casi pudiendo notar cómo un sudor frío empezaba a acecharle. Vió al menor girar un poco su cabeza y entonces se dio cuenta de que ya no podía hacer nada. Ambos se miraban sin saber muy bien qué decir.

ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|Where stories live. Discover now