8. WALKER

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Todo estaba destrozado, los edificios estaban derruidos, nadie sabía que estaba pasando en aquel sitio. No se percibía ni un solo alma. ¿Habrá muerto la gente que vivía en estas casas? Nadie sabia nada. Los tres escucharon esa frase, pronunciada por esa persona misteriosa que vieron.

Tenía el pelo largo, de color plateado, con una cola de caballo blanco-plateado, en la parte superior. Sus ojos eran de color marrón rojizo, y su tono de piel era de un gris pálido.

Byron, Claude y Bryce se quedaron asombrados, había un hombre en medio de los escombros y estaba totalmente ileso.

– Cuánto tiempo, Terumi – dijo aquel hombre misterioso.

El chico de cabello rubio se asustó, ¿cómo era que conocía el nombre que tenía en Érimos?

– ¿Quién eres? – preguntó Claude.

El hombre se rio, tenía risa de esas típicas que tienen los villanos de las películas.

– ¿De verdad no sabéis quién soy yo? – dijo una vez más.

Los tres negaron con la cabeza. No recordaban haber visto aquel tipo nunca en su vida, pero al parecer él si los conocía.

– Mi nombre es Bailong Walker – aclaró mientras sonreía una vez más.

Byron reaccionó, ese nombre le resultaba muy familiar, no recordaba a aquel tipo, pero ese nombre lo asociaba con cosas malas, o al menos así le pareció al joven Afuro.

Claude y Bryce no tuvieron la misma reacción que su hermano, a ellos no les sonaba de nada aquel nombre.

– ¿Todavía no os acordáis? – preguntó confuso Bailong – ¿Qué os ha pasado?

Antes de que pudieran responder, detrás de los tres hermanos apareció un portal, y de él salió Stephen Strange.

Byron, Claude y Bryce se alegraron de verlo, pero el hechicero no apartaba la mirada de Bailong.

– Mira a quien tenemos aquí – dijo el hombre misterioso – pero si es el doctor Stephen Strange.

Los tres dioses se asombraron, ¿Strange sabía quién era aquel individuo?

– Hola Bailong – respondió el doctor, con ira, como si quisiese pelear contra él – pensé que no volvería a verte.

– Mi misión aún no ha terminado, aún quedan tres.

– No permitiré que les hagas daño – defendió Stephen.

"¿Hacernos daño?" pensó Byron. Era como si ellos dos se conociesen de antes.

– Sabes de sobra que si peleamos yo te ganaría, soy muy superior a ti, Strange – vaciló Walker.

El doctor estaba muy enfadado.

– ¿Por qué no lo comprobamos? – retó el hechicero supremo.

Bailong se rio al oír aquello, parecía que la victoria para este hombre estaba asegurada. Ambos se pusieron en posición de pelea.

Stephen saltó hacia él y le intentaba golpear mientras que Bailong esquivaba todos sus ataques. Aquel hombre era muy fuerte, su técnica de pelea era formidable. Strange le lanzaba de cuando en cuando unos hechizos para alcanzarle, pero no lograba siquiera rozarlo. Sin embargo, Walker si lograba golpear a Strange, estaba claro que la ventaja la llevaba Bailong. Después el combate se detuvo.

– ¿Eso es todo lo que sabes hacer? Esperaba más de ti Strange – alardeó.

Stephen ya estaba algo cansado, pero Bailong parecía intacto, como si su energía no se gastase nunca.

Strange tenía un plan, él sabía que no podía ganar la pelea, pero tenía una estrategia.

Lo que hizo el doctor fue sacar su espada, la espada que él siempre llevaba y, como le explicó a Byron, perteneció a la madre de Terumi. La enseñó para que Bailong pudiera verla con claridad. Y éste quedó asombrado.

– ¡¿Cómo es posible que tu tengas eso?! – preguntó Walker, aterrado, parecía que tenía miedo y que lo que veían sus ojos era algo sobrenatural.

Strange tiró la espada cerca del hombre, y él se quedó paralizado, sin saber que hacer. El hechicero sabía que esto iba a pasar y por eso tiró la espada cerca de Bailong, pero ¿por qué le ocurría eso? ¿Qué tenía que ver la espada de la madre de Byron con todo aquello?

El hombre estaba tan asustado que decidió irse volando de allí.

– Volveré – pronunció antes de marcharse.

Después de su retirada, Strange cogió la espada y la guardó en su respectiva funda que colgaba de su cinturón.

– Maestro, ¿Quién era aquel tipo y por qué le conocías? – preguntó Claude con mucha intriga.

– Su nombre es Bailong Walker, y es un dios, como vosotros – confesó.

Los tres hermanos se quedaron alucinados, así que quedaban más dioses aparte de ellos. No se lo podían creer.

– Su historia es muy larga, ya os la contaré otro día – dijo Strange – ahora volvamos a casa. Y, por cierto – miró a Bryce – no está bien eso de manipularle a la gente la mente para escaparos del instituto.

Los tres se disculparon y juraron que nunca lo volverían a hacer.

Pero ahora la pregunta es, ¿qué secretos escondía ese dios llamado Bailong Walker, y qué relación tenía con Strange? Todo aquello era un misterio.

Byron Love - La Espada PlateadaWhere stories live. Discover now