34. El enojo de una Black

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capítulo treinta y cuatro

EL ENOJO DE UNA BLACK

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MARATÓN 1/2

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MARATÓN 1/2

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EL DOMINGO POR LA MAÑANA, CASSIOPEIA Y HERMIONE VOLVIERON a la cabaña de Hagrid caminando con dificultad por la capa de medio metro de nieve que cubría los jardines.

Cassiopeia volvió de la cabaña de Hagrid poco antes de la hora de comer, temblando ligeramente y con la túnica mojada hasta las rodillas.

—Ten, esto te ayudará —Theo le sirvió una taza de chocolate caliente al verla llegar a la sala común de Slytherin.

—Gracias.

—¿Ya le has programado las clases? —le preguntó Daphne.

Cassiopeia les había contado a sus amigos que Hagrid había llegado. No les contó la misión que Hagrid había tenido, era su secreto y debía de guardarlo, pero les contó que Umbridge apareció en su cabaña y buscará una forma de deshacerse de él.

—Lo he intentado —contestó ella con desánimo, y se sentó en el mueble a lado de Blaise.

Blaise sacó su varita mágica e hizo un complicado movimiento con ella. Del extremo salió un chorro de aire caliente se dirigió hacia la túnica de Cassiopeia, y ésta empezó a despedir vapor hasta que se secó por completo

—Ni siquiera estaba en la cabaña cuando he llegado. Hermione y yo pasamos media hora llamando a la puerta. Hasta que vimos que venía del bosque. He intentado explicarle qué clase de persona es la profesora Umbridge, pero él no lo entiende. Insiste en que nadie en su sano juicio preferiría estudiar los knarls a las quimeras —soltó un suspiro pesado—. No sé cuántas veces le habré dicho que haría mejor siguiendo el programa de la profesora Grubbly-Plank. Francamente, creo que ni siquiera me escuchaba.

El martes, Cassiopeia y sus amigos Slytherin, se encaminaron hacia la cabaña de Hagrid a la hora de Cuidado de Criaturas Mágicas, bien abrigados para protegerse del frío.

Cassipeia estaba preocupado no sólo por lo que a Hagrid se le habría ocurrido enseñarles, sino también por cómo se comportaría el resto de la clase, y en particular Malfoy y sus amigotes, si los observaba la profesora Umbridge.

—¡Hoy vamos a trabajar aquí! —anunció alegremente a los alumnos que se le acercaban, señalando con la cabeza los oscuros árboles que tenía a su espalda—. ¡Estaremos un poco más resguardados! Además, ellos prefieren la oscuridad.

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