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Tres meses pasaron desde la llegada de la pequeña ángel a la vida de estos dos seres. Y claro que habían comenzado una nueva vida, no porque dios haci se los hubiera pedido, si no por el hecho de que su hija merecía una infancia normal y lejos de todo lo que tenga que ver con el cielo y el infierno; imposible. 

El otoño comenzaba y por consecuencia las plantas se marchitan levemente, una de las cosas que tanto molestaban a Crowley. 

Los tres bajaron del Bentley para apreciar su nuevo hogar, Turners Hill a tan solo dos horas de Londres. 

Crowley había logrado encontrar una casa tan hermosa para que su familia creciera, la casa era perfecta había tantas cosas nuevas cómo viejas.

-Es hermosa- dijo Aziraphale admirando su nueva casa, había muchas plantas en la entrada. 

-Eso creí cuando la vi, pedí especialmente que la reconstruyeran- dijo el demonio con alegría de ver a la pareja que admiraba a su nuevo hogar. -EH amor, deberías entrar- dijo mientras tomaba con delicadeza a su hija. 

-Vamos- dijo emocionado el ángel. 

La casa era la perfecta combinación entre lo antiguo y lo nuevo. Los muebles habían sido restaurados, los sillones de la sala parecían tan cómodos que podrían pasarse horas ahí sentados, la chimenea aún sin encender y sobre ella la pantalla plana; que tendría poco uso. 

El comedor había sido reconstruido, había vajilla de plata, cristal y porcelana sobre la mesa y en una estantería se encontraba el resto de la vajilla, un hermoso candelabro en el centro y un hermoso ventanal que daba a la entrada del frente. 

Cada cuarto era tan hermoso cómo el anterior, especialmente la cocina que estaba bien equipada con una enorme cocina a leña y una gran isla donde podían desayunar todos juntos.

-Ángel, ven a ver la parte de arriba- dijo el demonio desde lejos. Siguió la voz de Crowley hasta la segunda planta, donde había cuatro habitaciones. 

-Ven- dijo Crowly asomándose de una de las habitaciones. -Creo que angel ya se puso cómoda- dijo, Aziraphale admiro aquel lugar tan hermoso y simple a la vez. Las paredes eran blancas, con algunos adornos rosas, los muebles eran antiguos pero lo que más llamó la atención del peliblanco fue ver a su hija durmiendo en la cuna cubierta por una manta con estampado de flores. 

-¿Cuando se durmió?- acercándose para quitarle los zapatos con mucho cuidado. Sintió cómo su cintura fue rodeada por su demonio. 

-Solo la deje un momento para acomodar unas cajas y cuando volteé se estaba durmiendo- susurró Crowley. Salieron  con cuidado de la habitación de Ángel, sin antes dejar encendido el transmisor para poder oír o ver si algo le sucedía a su pequeña. 

El cuarto de baño era tan grande y luminoso que parecía haber salido de una revista. Pero eso no era lo que Crowley deseaba enseñarle a Aziraphale, que al entrar sus mejillas se pusieron tan rojas cómo un tomate no es cómo si no hubieran compartido habitación antes pero esta era completamente nueva. 

-¿Te gusta mi ángel?- preguntó Crowley con cierto miedo, que en cierto modo el mismo tuvo que ver con la decoración de la casa. 

-Claro que si- dijo mientras admiraba todo, sus ojos brillaban de emoción y cómo siempre mantenía sus manos juntas. Y cómo no le iba a gustar si prácticamente era hermosa parecía traída del siglo quince aunque se notaba que aquellos muebles eran nuevos. -¿Es tod..-

Los labios de Azira habían sido atrapados por los de Crowley, en un beso lento. Desde la llegada de Ángel la intimidad entre ellos había decaído, sabían que la niña necesitaba atención pero ambos se extrañaban demasiado.

Un nuevo plan inefableWhere stories live. Discover now