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El sol brillaba y los niños jugaban en el patio de la escuela, miércoles marcaba el calendario y cómo buen profesor Joseph había ido a vigilar a los estudiantes pero no antes de ver a su nuevo amor platónico; Aziraphale que hablaba alegremente con una maestras.

-Buenas tardes señoras y señor- dijo Joseph.

-Buenos días Joseph- dijeron todas. Pero a la única voz que prestó atención fue a la del peliblanco que le dio una rápida mirada y luego buscó a su hija.

-Ángel esta en el árbol, con una amiga- susurro para que las maestras no lo escucharan.

-Gracias-

-Aziraphale, ¿cómo te esta yendo en la biblioteca?- Joseph captó toda la atención del hombre.

-Oh bueno, esta muy desordenada pero mi librería estaba peor- dijo de forma divertida, para el profesor de francés no había nada que valiera más que ver a Aziraphale reir.

-¿Tenías una librería?- cuestiono entre risa.

-Oh sí, en Londres-

-Vaya un hombre de ciudad, debes tener gustos refinados-

-jajaja, no claro que no-

-Seguramente extrañas algo de Londres-

-Bueno, no tanto. Extraño los paseos en el parque St James, mi librería, las noches de Soho pero sobre todo creo que los momentos en el Ritz con mi pareja- dijo de manera melancólica, pues Aziraphale extrañaba demasiado sus cenas en el Ritz, seguidas por una caminata en el parque St James y claro una hermosa noche de pasión donde Crowley le decía tantas palabras hermosas, que simplemente se dejaba llevar por la tentación.

Joseph se había dado cuenta de aquel brillo que desprendio del Aziraphale al decir esas palabras, a pesar de la sonrisa tan hermosa que el peliblanco le había dedicado le llenaba de celos saber que él no era quien las provocaba.

-¿Entonces no te castigaron?- dijo Belen sorprendida. Estaba muy sorprendida de saber que Crowley no le había aplicado un castigo.

-Solo me dijeron que eso no se hace, pero mi papá me dijo que hice bien al defenderme- dijo la niña sin mucha preocupación. Cómo siempre Aziraphale (papí cómo lo llamaba ella) había preparado un almuerzo nutritivo y muy rico, el cual si ella deseaba podía compartir.

-Bueno, creo que esta bien- dijo Belen mientras comía. Beelzebub sabía que la comida humana era rica, tanto que "Hambre" le había recomendado probarla especialmente la comida chatarra. -Oye Angel, ten...le pedí a mi madre que lo arreglara- dijo la pelinegra, entregando al peluche de serpiente.

-Lenguita, gracias gracias gracias- dijo la menor abrazando a su amiga. Belén estaba sorprendida por el acto, una cosa era hacerlo para ganar confianza y otra era recibirlo con sinceridad.

-Oh no es nada-

-¿Qué dices? Gracias Belén, eres la mejor- dijo la niña.

Beelzebub o Belén no entendía porque pero desde que comenzó a vigilar a la niña, le agradaba verla sonreír y mucho más ahora que eran amigas.

-Sigamos comiendo, Ángel ya queda poco para que termine la hora del almuerzo- dijo la pelinegra dijo volviendo a su comida chatarra, que para sorpresa de la pelirroja no le agradaba para nada lo que su amiga comía.

-Ten, come conmigo- dijo la niña dándole un pedazo de su sándwich.

-Tengo comida.-

-Eso es malo para nosotros, lo traen los americanos. Mi papá dice que una persona muy mala la creó para que nosotros tengamos más hambre y engordemos o nos muramos de hambre- dijo Ángel recordando las palabras de Crowley.

Un nuevo plan inefableWhere stories live. Discover now