Dios abandona, Dios perdona y Dios olvida.
Dios me abandono, Dios me olvido, pero Dios no me perdono.
Bajo la fría noche en invierno, cuando los árboles pierden sus hojas y todo se pinta de un suave y confortante blanco.
El calor del líquido carm...
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Delante de él, una gran mansión se levantaba con terror. Hace algunos meses, había tenido que aceptar la "propuesta" del asqueroso sangre pura.
Tuvo que vender su pequeña cafetería y excusarse con los pequeños locales que lo visitaban con frecuencia. Fue una dura desición, pero quería recuperar sus alas a toda costa, sin importar que estuvieran manchadas por los pecados de Eva, las quería de vuelta.
Sostuvo su maleta con una incómoda y molesta sonrisa, por como era esa persona, no le sorprendería que sus hijos fueran peores que él, tan incluso más sádicos. Había escuchado que ellos habían asesinado a sus propias madres, la última en morir? La primera esposa, Cordelia.
No conocia en lo absoluto a esa mujer, pero según lo que ese hombre le contó, la muerte de la primera esposa era la más reciente, para ser más precisos, casi 6 meses antes de estar parado en el jardín del frente de esa extraña mansión.
Suponia que ese hombre había tenido todo planeado, pues parecía que el mismo día que su mujer habia muerto a manos de sus propios hijos, había lanzado la bomba en su última carta.
Miro con neutralidad la pulsera de plata con una extraña gema carmín incrustada en el centro, puesta en su muñeca, esa persona le había dicho que se la colocará antes de ir a casa de sus hijos, pues su identidad debía mantenerse en secreto.
No sabía bien la función de ella, tan sólo que camuflaba su olor para hacerlo pasar como un humano común.
Arrastró sus maletas hacia la entrada de la residencia, tocó suavemente la puerta de madera que alzaba de forma intimidante. El silencio perduró, nadie salió a recibir, así que con una notable molestia en su rostro volvió a tocar un poco más duro pero sin perder los modales.
Había tenido que aprender absolutamente todo sobre los hijos del rey, sabía que uno de ellos era sumamente estricto, maniático de los modales y la educación, debía mantener una personalidad que le agradará a todos los hijos de esa persona, sin duda un trabajo duro para un Ángel que se le fue enseñado jamás mentir.
Al segundo llamado, nuevamente nadie respondió, ¿acaso él era un chiste? A penas estaba anocheciendo, sabía bien que todos estaban en la residencia.
Volvió a tocar la puerta, su seño se fruncido con una ira tan notable capaz de poder destrozar todo su alrededor, por supuesto que casi lo hacía, el piso bajo él empezó a congelarse a una velocidad impresionante, pequeñas grietas en el cemento se formaron por el descontrol de sus poderes.
Respiro profundamente para luego calmarse, no debía perder los estribos, podría notarse que no era un humano común o descubrirse que ni siquiera era un humano.
