Capítulo 11

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La mente vuela, trae recuerdos cuando menos te lo esperas, algunos más vergonzosos, otro simplemente que te llenan de irá e incluso la nostalgia y la tristeza abarcan gran parte, pero sin duda solo se encuentra en los momentos que más parecidos so...

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La mente vuela, trae recuerdos cuando menos te lo esperas, algunos más vergonzosos, otro simplemente que te llenan de irá e incluso la nostalgia y la tristeza abarcan gran parte, pero sin duda solo se encuentra en los momentos que más parecidos son a tus escenarios.

El jardín de rosas blancas, cuidadas con delicadeza y pasión, sin duda era un lindo lugar, pero aquello que podía ahogar el dulce aroma de las rosas, era la melancolía que emanaba el lugar.

La tristeza y soledad que venían desde aquella torre en mal estado, siendo comida por la maleza, la oscuridad la tomaba como parte de ella. Los recuerdos que dentro de ella guardan son dolorosos lo podía sentir.

Suspire viendo directamente al lugar en donde por muchos años estuvo encerrada la madre de Subaru, la esposa y hermana de Karlheinz, un hombre despreciable que haría lo que fuera para ganar poder.

—-¿Que haces aquí?.—- La voz furiosa de Subaru me preguntó. No pude verlo siquiera, yo no podía entender el nivel de cariño que le tenía a esta torre o sus recuerdos—. ¡Te hice una maldita pregunta!

—-No es nada, solo me sentí atraído por la belleza de este jardín.—- Mi brazo fue tomado con brusquedad, fui jalado hacia atrás. Los ojos de Subaru detonaban ira, yo sin embargo tan sólo me quedé viéndolo sin expresión—-.

—-No te creas la gran cosa, no importa que tanto hayas sufrido o si tu espalda lleva las marcas de tus consecuencias, no puedes venir a MI lugar.

Cerré los ojos con fuerza, Ayato posiblemente había contando todo lo que le había dicho o tal vez ellos lo escucharon, no importa realmente, pero de una u otra forma me sentía expuesto. Subaru me miraba como si viera a través de mis mentiras.

—-¿No dirás nada?

Creí que sería suficiente empatizar con los demás, ya veo que aún me falta mucho para comprender las emociones humanas, aunque ellos no fueran uno.

—-Lo siento.—-Baje mi cabeza apenado—-.

Camine rápidamente hacía la mansión, aun sintiendo su mirada con ganas de matarme, me sentía avergonzado de muchas formas, tanto que no me era posible levantar mi mirada del suelo.

Fui arrogante, más de lo que alguna vez crei que sería, me deje llevar por los conocimientos que esa persona me hizo saber sobre ellos y juzgue demaciado rápido.

¿Que podría saber esa persona de estos chicos? Sería absurdo creer que tenía una mínima idea de los gustos  de sus hijos, yo crei en esa absurda idea.

Me reí mentalmente juzgando me en silencio, al entrar en la mansión mi brazo fue tomado sin ninguna clase de delicadeza, pronto me vi en una sala oscura con la única iluminación viniendo de las luces de la piscina.

—-Su majestad te mostrará que no puedes hablar con otras personas.—- Me sentí confundido por lo que Ayato decía, ¿no podía hablar con nadie más?—-.

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