Capítulo 12

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Pasar toda la mañana en cama sin poder dormir era una tortura, recordar claramente la sensación del agua entrando por su nariz y boca se le era desagradable, también alarmante, como un ser sagrado no necesitaba respirar regularmente, pero al casi ...

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Pasar toda la mañana en cama sin poder dormir era una tortura, recordar claramente la sensación del agua entrando por su nariz y boca se le era desagradable, también alarmante, como un ser sagrado no necesitaba respirar regularmente, pero al casi ahogarse en esa piscina solo le mostró que la falta de sus alas le estaban causando más problemas de lo que creía.

Golpeo duramente la colcha de la cama, y aunque por la fuerza se hubiera lastimado, el algodón dentro de la cobija solo amortiguo el impacto.

No quería hacer mucho ruido, sabía bien que los oídos de los vampiros eran extremadamente sensibles, y por ende mantenían un sueño muy ligero.

Suspiro frustrado, ¿cual era el objetivo de Karlheinz Sakamaki para enviarlo a esta mansión? Ganar el amor de sus hijos, ablandar su corazón, pero cada segundo que pasaba las cosas no avanzaban, ellos le generaban tanto repele que no quería acercarse más de lo debido, pero ese era su trabajo ¿no?

Debido al cansancio que su cuerpo estaba presentando casa día se le estaba siendo más difícil aparentar que no pasaba nada.

Se levanto con gran dificultad, dio algunos pasos para luego tropezar con algo grande. Soltó un quejido de dolor, no fue hasta que un sonido ajeno a él le hizo entender que no fue cualquier cosa con lo que choco, sino un quien.

-¿Que?- Miro por encima de su hombro, acostado en medio de su cuarto, con su ceño fruncido y una mirada somnolienta, estaba Shu, con sus clásicos audífonos y su típica aura-.

-¿Se puede saber el porque haces tanto ruido?

-¿Yo debería preguntarte que haces acostado en medio de mi cuarto?- Una pequeña sonrisa se asomo en los labios del rubio-,

-Escuche de Ayato que te habías desmayado en la piscina, solo quise venir a ver si aún estabas vivo.

-Wow, estoy conmovido. Ya vez que estoy bien, puedes irte.

-No, estoy enojado Azariel, tu cuerpo desprende el olor de mi hermano menor, eso me molesta.

Aun cuando los ojos de Azariel estuvieron abiertos todo el tiempo, no supo como había llegado a estar bajo el cuerpo del vampiro.

-Quiero que sepas pequeño, que tu no le perteneces a nadie más que a mí, te vi primero te reclame primero, eres mio.

Azariel dio un jadeo aterrado, Shu abrió sus labios dejando ver los colmillos afilados, con una sonrisa se acercó a su cuello con la intención de morderlo.

El terror del angel fue tanto, que desesperadamente movió su cuerpo intentando que su piel no sea profanada por el mayor pervertido silencioso de todos.

-Si no te quedas quieto, dolerá más.

-¡No! ¡Alejate de mi, no se te ocurra hacer lo que piensas!

-Azariel.- Susurro en su oido- Enseñame, enseñame tu pasado Azariel, sus marcas, dejame entrar.

-Te mostrare todo lo que quieras solo no lo hagas.- Murmuro aterrado. Los labios de Shu se posaron en su cuello, dejando un casto beso; Azariel sintió como una sonrisa quizás de satisfacción se formó en los labios del rubio-.

-Muestrame, no haré nada, lo prometo.

Shu se levanto lentamente, causando ansiedad en el albino, quien solo cerro sus ojos frustrado, para luego levantarse del suelo y ver directamente a los ojos del vampiro.

-¿Y bien?- Pregunto impaciente-.

Un suspiro salió del más pequeño, este al verse acorralado tan sólo le quedó llevar sus manos a lo botones de la pijama puesta, poco a poco fue desabrochando uno por uno, hasta dejas su pecho desnudo y sus hombros aún cubiertos.

Las lágrimas se formaron en sus ojos al sentir la penetrante mirada del contrario, él, que no se perdía ningún movimiento, quien miraba con intensidad lo último que quedaba para cubrir el delgado cuerpo del chico.

Azariel tomo aire, sentía que se ahogaba, no fue hasta que deslizó la tela por sus brazos cayendo en el suelo que soltó el aire. Lentamente dio la vuelta dejando visible las dos grandes marcas verticales en su espalda.

El silencio que alguna vez le pareció inquietante ahora lo era más, no había palabra alguna en los labios del rubio, no fue hasta que escucho un leve jadeo proveniente de él.

-¿No se supone que ya estaban curadas? - Pregunto en voz baja. Sus palabras dejaron confundido a Azariel ¿que quería decir con eso?-. Azariel tus heridas, ¿Por qué estan sangrando?

Exaltado, miro por encima de su hombro al rubio, quien no paraba de mirar atentamente su espalda, como si quisiera confirmar que lo que veía era real.

-¿Que?

El albino paso una de sus manos con cuidado por su espalda baja, sintiendo que sus dedos se mojaban supo que era real, no fue hasta que llevó su mano al frente de su rostro para confirmarlo.

Sus dedos pálidos yacían manchados por las sangre de las dos grandes heridas en su espalda, donde alguna vez estuvieron sus magníficas alas.

-No huele, tu sangre casi no huele a nada.

En la visión de Shu Sakamaki, la espalda blanca del muchacho era manchada por hilos del líquido carmín, al Azariel manchar su mano, hubo una parte que había dejado la marca de su mano.

Pero ahí estaban, dos grandes heridas verticales, las cuales atravesaban todos sus omoplatos hasta llegar a un poco más arriba de la espalda, una vista sin duda impactante.

El olor de la sangre de Azariel se colo por sus orificios nasales, no era la gran cosa, al principio no había olor alguno, ahora tan sólo sentía en típico aroma de un humano común, no apetecible, no dulce, lo describia más como un aroma amargo y leve.

Sin ningun tipo de decencia tomó delicadamente un poco de la sangre de su espalda, un alarmado Azariel lo veía atentamente, más no dijo nada, no lo detuvo.

Llevo sus dedos a su boca, un sabor diferente le lleno, su aroma no era para nada igual a su sabor, era dulce, con algún toque amargo, pero se sentía bien, su boca cosquillaba por el intenso sabor de la sangre de Azariel, pero cuando quiso ir sobre él para probar mas, la presencia de sus cinco hermanos le hizo darse cuenta que no quería compartirlo.

Al fin al cabo, desde un principio, Shu ya lo había reclamado.

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