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Sybil Vane era un poco mayor que Dorian

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Sybil Vane era un poco mayor que Dorian. Una chica preciosa que esperarías ver en una revista, con cabello castaño rizado, la piel bronceada y pecosa y unos ojos azules que contenían el cielo en su mirada.

Ese primer encuentro fue apenas un vistazo. Dorian tendría que pasar de nuevo por una galería improvisada en la universidad para encontrarla saliendo de la facultad de artes. Él abandonaba una exposición que le resultaba aburrida sin el arte de Basil y Sybil salía de un ensayo en el teatro con sus libros sujetos cerca del pecho y riéndose de un comentario de una de sus compañeras.

Sus miradas conectaron casi por casualidad y Sybil paró de reír para parpadear hacia él.

—Creo que hay un Príncipe Azul mirando a Sybil —se burló una de sus compañeras, dándole un codazo que hizo que Sybil se quejase y apretase el paso para rodear a Dorian y salir de ahí.

Una vez se quedó solo en el corredor, Dorian notó de dónde había salido y tomó una decisión.

El siguiente ensayo del grupo de teatro fue al día siguiente a la misma hora. Dorian estaba entre los puestos más alejados y Sybil hacía de Julieta en Romeo y Julieta, mucho mejor de lo que podría haber esperado de una obra tan anticuada. Algo en la actuación de Sybil hacía que se le llenaran los ojos de lágrimas al verla lamentar no poder estar junto a su amado, en lugar de preguntarse por qué armaban tal escándalo después de unos días de conocerse.

Era como si Sybil se convirtiese en el personaje que interpretaba, con sus pros y sus contras, con lo que el autor le dio y sus ideas. En un ensayo era un Romeo desconsolado, al siguiente era Rosalina corriendo por el bosque y de nuevo se convertía en la dulce Julieta hablando desde el balcón de una manera que hacía que incluso Dorian quisiera pararse allí abajo y hacer algún tipo de declaración.

En el escenario, brillaba. Fuera de él, todavía la veía resplandeciente, riéndose y bromeando con el resto del reparto, pasando por el borde del escenario con el maquillaje a medio quitar y soltando un grito cuando la coordinadora la regañaba, antes de reírse de nuevo.

Dorian había asistido en secreto a tres ensayos y una presentación de la obra antes de darse cuenta de que fue descubierto desde el primer día. En el cuarto ensayo al que iba, cuando todo terminó, Sybil caminó hacia su puesto predilecto, se sentó a su lado y le sonrió.

—¿Hola?

Dorian tragó en seco.

—Hola.

Y Sybil le mostró una sonrisa brillante que cualquiera que conociese a Dorian años más tarde diría que no se merecía.

Y Sybil le mostró una sonrisa brillante que cualquiera que conociese a Dorian años más tarde diría que no se merecía

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Dorian GrayWhere stories live. Discover now