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Basil odiaba las entrevistas

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Basil odiaba las entrevistas. Eran incómodas, duraban demasiado para su gusto, le pasaban una lista de qué iban a preguntar pero agregaban cuestiones que no estaban dentro de los planes, no sabía a dónde mirar y siempre se le exigía sonreír, cosa que nunca lograba.

Al final no sabía si lo hizo bien y no recordaba qué había respondido a cada pregunta.

En esa ocasión, su entrevistadora era una chica risueña de unos veinte años que hablaba muy rápido y ya le había tocado el brazo y el hombro más veces de las que le parecían apropiadas para un completo desconocido. Sólo grababa audio, ya que era para un podcast, y después de que su mano se acercó al pecho de Basil mientras ella decía algo con una sonrisa y agitando mucho las pestañas, él empezó a fruncir el ceño y entró en lo que Henry llamaba "faceta odiosa" cuando era joven.

En realidad estaba bastante confundido, pero debía lucir molesto, porque ella mantuvo el contacto al mínimo e intentó finalizar la entrevista deprisa. Sus palabras se atropellaban entre sí, y si la finalidad era terminar pronto, Basil no debía estar cooperando mucho porque siempre hablaba más lento en francés para asegurarse de que la pronunciación tenía un mínimo de sentido.

La entrevista se interrumpió cuando alguien tocó la puerta. La chica exhaló y le dijo que la podían dejar ahí, pero Basil le respondió que sólo tomaría un momento y la retomarían. No notó que ella pasaba del alivio a la incomodidad de nuevo.

Basil se levantó para ir a abrir la puerta y ese cúmulo de emociones que no entendía causadas por la entrevista quedaron en segundo plano cuando se encontró con unos rizos negros y ojos grises brillantes frente a él.

Dorian Gray estaba ante su puerta, sonriendo y con un maletín en una mano.

—Hola, Basil.

Basil recordó que Dorian le había pedido la dirección de su residencia temporal en París diciendo que enviaría algo.

Esto debía ser el "algo" que le mandaba.

Basil sonrió, le sujetó el rostro y lo jaló hacia él para besarlo. Dorian respondió muy bien, dejando que el maletín cayese al suelo para rodearle el cuello con los brazos.

Dorian se reía cuando se apartó y Basil presionó un beso más en su mejilla. Recogió el maletín por él y lo invitó a pasar.

Había olvidado por completo la presencia de alguien más allí. Dorian la notó nada más dar unos pasos dentro y le dio una mirada tan fría que la pobre chica se encogió en su asiento.

—Basil —llamó en tono suave—, ¿me traes un poco de agua, por favor?

Basil asintió, dejó el maletín sobre el sofá y fue hacia la cocina. El apartamento era pequeño y no había paredes entre esta y la sala, pero se encontraba de espaldas, así que no pudo ver a Dorian mover los labios en un "lárgate" tanto en inglés como en francés y una expresión llena de un odio que no iba con su apariencia angelical. Sólo supo que algo sucedía cuando oyó el golpe de la puerta al cerrarse, y al girarse, la silla donde la entrevistadora estuvo sentada se hallaba vacía.

Dorian GrayWhere stories live. Discover now