Capítulo XXIX: Una nueva era

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—¿Qué ocurrió?— le preguntó Rylon cuando llegó a la mañana siguiente. 

Daemon estaba sentado en el balcón de su habitación con una botella de vino en la mano. Hacía horas que había dejado de lado su copa, pues había visto más factible beber desde la botella que rellenar todas las veces la copa para vaciarla de un simple trago. 

Así fue toda una semana. Lo único que hacía era comer, beber y sentarse allí fuera. Ni siquiera dormía en su cama. Sólo miraba al horizonte sin relacionarse con ningún otro ser que no fuera Viserion, que de vez en cuando volaba hasta la cima de la pirámide y lo acompañaba durante horas hasta que Rhaegal y Drogon lo llamaban. 

Daenerys ya estaba harta. Ella creyó que por lo menos se había casado con un imponente guerrero de Essos, pero no, terminó estando sola todas las noches porque su esposo era un tonto depresivo con tendencias alcohólicas. ¿Qué tanta diferencia era él de Viserys? Otro peso más para ella. 

Esa tarde decidió que hablaría con él. 

—Daemon— le dijo saliendo a la terraza —, tenemos que hablar.

¿De qué quieres hablar?— sorprendentemente, su voz era tranquila, algo ronca pero no parecía estar molesto ni alterado por lo que pasó.

No puedes estar así todo el día, ya no— demandó con autoridad, sin verse conmocionada por los vidriosos ojos violetas que la miraban. 

¿Y qué quieres que haga? ¿Que reine la ciudad? Tú estás haciendo un gran trabajo con eso, ¿que comande los ejércitos? Tienes a Gusano Gris, a Daario y a ser Barristan— dejó la botella encima de la mesa y se puso de pie para acercarse a ella, pero nunca llegando a amenazarla —. No veo qué puedo hacer para ayudarte.

Hay muchas cosas que puedes hacer, la Compañía Dorada no era tu única obligación, no porque ya no estén significa que no tengas nada.

De hecho sí, ellos eran todo lo que tenía, mi única familia desde que mi padre murió— la miró tan fijamente a los ojos que cualquier podría haber visto su alma, pero en su caso, lo único que Daenerys vio fue soledad, vacío. Ella estaba familiarizada con ese sentimiento —. Ellos eran todo lo que era y yo no fui capaz de mantenerlos a mi lado.

—Ven conmigo. 

Al principio Daemon dudó en seguirla, pero cuando su mente le preguntó ¿Por qué no? él no supo qué responder, por lo que simplemente caminó a su lado todo el trayecto. A las personas ya les extrañaba verlo caminar por los pasillos de la pirámide. Desde lo ocurrido sólo había estado en su habitación, recibiendo alguna que otra visita pero ninguna que lo hiciera salir como acababa de hacer la reina.

¿Dónde vamos?— preguntó unas dos veces, pero Dany sólo le pidió que confiara en ella. No quería hacerlo, algo dentro suyo le decía que no tenía que hacerlo, pero honestamente confiaba.

Fuera de la pirámide, caminaron a la parte trasera bajo el fuerte sol de Essos, al cual Daemon ya estaba desacostumbrado por haber estado cubierto por el palosanto. Pronto supo a dónde iban, especialmente cuando comenzó a oler el putrefacto hedor a cadáveres podridos de animales. Lo llevaba con los dragones. 

Drogon volaba con Rhaegal por uno de los lados de la pirámide, mientras que Viserion se entretenía con un trozo de carne, probablemente de ternera, pero en cuanto lo vio a Daemon se apresuró para llegar a su lado en una aleteada veloz. Estaban más grandes comparado a su tamaño cuando los conoció. Pronto alcanzarían el tamaño de una vaca si seguían así.

¿Lo ves? Esto es lo que eres, lo que somos— miró como Drogon bajaba para estar con ella, pasando sus escamas por su vestido de lino —. Los dragones y nosotros somos uno. Ellos son nuestra familia. Somos familia, no porque estemos casados, sino porque somos de la misma sangre del dragón— le dio una sonrisa pacífica —. Cuando Drogo murió creí estar sola, sin familia, sin nada, pero fueron ellos los que me demostraron que jamás lo estaría— con su otra mano acarició a Rhaegal —. Y creo que llegó el momento de que te dé mi regalo de bodas.

El Dragón Negro «Una Canción de Hielo y Fuego»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora