Capitulo XXV

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Unos manos me rodean la espalda hasta llegar a mi hombro.

-Encargate de Aarón-es la voz del anciano.

El me guía hacia un lugar y me recuesta en lo que parece ser un sillón.

Me duele la vista.

¿Por qué me pasa esto a mí?

-Necesito a mi sanador...

-¿Sanador?-me pregunta el rubio.

-Aquí estoy-escucho a Roxchell-Perdone la intrusión, me presento, soy el nuevo Duque De Roxchell.

-Un placer, soy...el tío de Lucas.

-Segundo principe, déjame tocar un momento su rostro.

Lo dejo, y tapa mis ojos con su grande mano.

Siento su tacto y el poder que curó mi mano fluir por mis ojos.

Me siento aliviado al no sentir más dolor pero cuando abro mis ojos sigo rodeado de la oscuridad anterior.

-¿Segundo príncipe?

-¿Lucas?

-No veo nada-suelto-ya no duele, pero no puedo ver...

-¿No puede? ¿Es por eso que sus ojos se pusieron grises...?

-¿Grises?-pregunta el Anciano.

Acto seguido escucho al rubio agradecerle la ayuda y echarle de la habitación. Los pasos lejanos volvieron a sentirse cerca.

-¿Por qué tus ojos..?

-Es por qué todo está cambiando. Mi alma ya no es la misma de antes y digamos que el libro se volvió un desperdicio porque mi futuro cambió por mis acciones y por los demás. Te doy un ejemplo, confesarle a Aarón que su madre no está muerta y que en realidad es un hombre, o también que mi padre esta haciendo cosas que perjudicarían su existencia...

-¿Cómo supiste quien era tu padre?

-Mm...no creo que es algo que pueda decirte.

-¿Ocurre mientras tú alma viaja?

-Podría ser.

-Ya vuelvo.

Al parecer se teletransportó con magia.

Cierro los ojos.

Mis ojos se encuentran en mal estado porque soy un mestizo, la debilidad de los dragones son sus ojos, es la única parte de su cuerpo que se les puede atacar cuando se transforman.

¿Cuánto durará esto?

Me suena el estómago.

Ah, verdad, tenía hambre antes de que ocurriera todo esto.

Oigo unos pasos dirigirse hacia mi y me preguntó si es el anciano. No creo que haya vuelto tan luego.

-¿Quién anda ahí?

-¿No me ves?-pregunta la voz conocida.

Es Aarón.

Abro los ojos esperando volver a ver, pero es imposible. Me siento en el sillón y le hablo con molestia.

-Me dejaste ciego. ¿Contento?

Siento su mano tocar mi mejilla, su dedo se mueve lento por ella.

¿Por qué hace eso?

-Tenías algo de vino.

En vez de quitar su mano la mueve a mi cabello.

-No te aproveches, sigo molesto contigo.

Soy el príncipe de un libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora