Este zorro astuto...
Le sonrió mientras avanzo hacia el.
-Su majestad, ¿Qué cosas dices?
-Te gusta jugar.
-El gato y el Ratón es mi juego favorito.
-¿Vas a darme explicaciones?
-Por que debería, su majestad-suelto una pequeña risa al acercarme a sus labios- no me gusta decir lo que hago.
-No voy a besarte Lucas-el se da la vuelta caminando hacía la salida.
¿Me acaba de rechazar?
-¿Estás bromeando? ¡Tu...! ¡Aarón!
Le tomo el brazo, el para su caminata.
-¿Te estás haciendo rogar?-le pregunto molesto.
El suspira, sus palabras me llegan al corazón.
-Tienes un hijo con otra persona, hiciste tu vida. No seré tu amante.
¿Qué?
-Aarón...
-¿Sabes cuánto sufrí por tí?
Esa pregunta me dolió.
Sus ojos azules brillan como un zafiro.
-No me vengas con más mierda, cuida a tu hijo.
¡No es mi hijo!
Eso quería gritarle pero mi voz no salía.
Me guardé mis palabras solo agradeciendo estos 12 años.
-Yo también te extrañé, gracias por dejarme flores.
Paso de largo buscando la habitación del pequeño Cruella.
Voy a joder al mocoso.
Acaba de arruinarme todo.
Siento su energía y abro la puerta con fuerza.
Dentro de esta, el pequeño Cruella comparte un juego de cartas con mi padre.
Broma.
A mí me acaban de rechazar y ustedes...
-¡Tu!-apunto a Destino.
-Si papi.
-No me digas así.
-Hijo, ¿Qué le estás diciendo a mi nieto?
¿Tu qué?
Ahg, esto se salió de control.
-Necesito hablar con este niño.
Sujetó la mano de Destino llevándolo a una habitación vacía.
-Vamos, explica la mentira.
El me sonríe inocentemente.
-Es cierto que solté cualquier tontería.
Eso ya lo sé.
-¿Por qué sigues mintiendo Destino?
-Ve el lado bueno, si finjo ser tu hijo, esa pantera azul no se dará cuenta que soy una existencia de otro mundo.
-¿Por qué decirle a Aarón...?
-¿Crees que Aarón no está siendo vigilado?
Su pregunta es inquietante.
-Estuve en ese palacio, está repleto de ojos. Lo mantienen vigilado en cada momento.
-¿El se ha dado cuenta?
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Soy el príncipe de un libro
RandomMi vida entera fue una total mierda,jamás tuve nada,ni siquiera el amor de mis padres. Y cuando pensé que no podía ser más desdichado, me muero. Hasta ahí, ya nada me importaba. Y aquí se viene el problema, a un imbécil se le ocurre llevarme a mi vi...