En la tumba de Apollinaire.

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<<Ah Guillermo qué coraje tenías en la cabeza qué es la muerte

Caminé por todo el cementerio y no pude hallar tu tumba

Qué quisiste decir con ese fantástico vendaje craneal en tus poemas

Oh solemne y podrida cabeza de muerte qué has tenido que decir nada y eso es apenas una respuesta>>

Advertencias: escenas explícitas.

Cuando Ash notó el cambio en la respiración de Eiji, fue debido al pequeño gemido que escapó de sus labios

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Cuando Ash notó el cambio en la respiración de Eiji, fue debido al pequeño gemido que escapó de sus labios.

—Ah...

Ash apartó sus labios, sintiendo su propia respiración cadenciosa. Los ojos de Eiji estaban cubiertos por el remanente de lágrimas y algo más. Algo que Ash había visto en otros ojos antes, pero de manera completamente diferente.

No era deseo, era añoranza.

Ash sintió su propia garganta cerrarse un momento, antes de que un jadeo luchara por escapar de esta. Empujó a Eiji contra el muro más cercano, dejando que su silueta –aún más alta que la del otro hombre- lo cubriera por completo. Sus labios viajaron a su cuello, tentando el camino, probando su piel.

—Ash...—Lo escuchó murmurar, apresurándose a tomar sus labios nuevamente, para acallar cualquier cosa que Eiji pudiera decir que rompiera el momento. Empero, Eiji pareció dejar esa idea rápidamente, optando por enredar sus brazos en el cuello de Ash, uniendo más sus cuerpos de ser posible.

—Eiji...—Musitó el, una vez se hubieran separado, sus pulmones aprovechando la oportunidad para recobrar un poco del aire que hubiera escapado de estos con anterioridad—Ven conmigo...

Ambos seguían compartiendo habitación. Akira se había estado quedando en el tercer cuarto, que al parecer funcionaba como estudio doméstico y salón de trabajo para Eiji. El cuarto de Sing, por otro lado, estaba fuera de cualquier clase de ecuación.

Aun si Eiji había insinuado que quizá Ash quisiera su propio espacio, la idea de invadir el de Sing no había pasado por su mente ni siquiera un momento.

Las mejillas de Eiji, ya sonrojadas, incrementaron en color. Sus labios temblaron con suavidad, y Ash se permitió sonreír, ligeramente pagado de sí mismo.

—¿Qué pasa? —susurró, su voz profunda chocando contra el oído de Eiji, casi como si lo besara. La proximidad de sus cuerpos logrando que Eiji estuviera completamente acorralado—¿No quieres?

Sintió a Eiji removerse bajo su toque, desde ese ángulo, podía ver perfectamente como las pestañas de su contraparte se removían. Parecía luchar con algo, y Ash creía saber exactamente qué era.

Eiji abrió la boca, una y dos veces, hasta que finalmente una respuesta pudo abandonar sus labios.

—...Sí quiero.

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