Mexico City Blues.

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 Wild men| Who kill |Have Karmas| Of ill

Good men| Who love| Have Karmas| Of dove

But his Karma,| Uknown to him,| May end-

-Jack Kerouac

Max y él se mantuvieron charlando un poco más, en una conversación que no pudo haber durado más de dos horas; pero que para Ash se había sentido como una eternidad

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Max y él se mantuvieron charlando un poco más, en una conversación que no pudo haber durado más de dos horas; pero que para Ash se había sentido como una eternidad. Cada pequeño pedazo de información que fuera lanzada a él fungiendo como un crudo recordatorio de que, de hecho, habían pasado siete años. Y el mundo era un lugar diferente.

Intentando ignorar lo brillante que parecía ponerse la mirada de su interlocutor, cuando tocaba algo que parecía particularmente delicado, como la simbólica tumba de su hermano, el tener que explicarle lo que había pasado a Michael, los libros que había escrito en su memoria, o la decisión de Eiji de mudarse permanentemente a los Estados Unidos.

Eiji, por su parte, se mantuvo en silencio durante toda la conversación, acompañándolos únicamente con el sonido de los platos y el movimiento continuo en la cocina, que le decía a Ash que estaba haciendo la cena. Los invitó a pasar al comedor, y pudieron terminar cerrando la tarde con el estómago lleno.

—Mantendré el secreto—Le aseguró Max, aun si su expresión demostraba lo duro que sería—Aunque se pondrían muy felices de saberlo...

No pudo evitar decir.

Ash sabía que tenía razón.

—Lamento tener que pedirte eso.

Max movió una de sus manos de un lado a otro, asegurándole que no pasaba nada, y que se tomara todo el tiempo que necesitara. Ya que, de decirles, él tampoco tendría manera de explicar qué se suponía estaba pasando.

Ash asintió un par de veces, notando los cambios que había sufrido la mirada de Max.

Lucía- realmente mayor.

No de la manera en la que siempre solía molestarlo anteriormente, haciendo hincapié en la diferencia de sus edades. Era una clase de cansancio que, Ash creía, sólo podía venir de la mano de una catarata de emociones. Aguas demasiado turbulentas como para surcarlas en un solo día.

Y, aun así, lo habían hecho- de alguna manera.

Cerró la puerta lentamente, antes de soltar un pesado suspiro. Sus pies lo llevaron después hacia la sala, donde Eiji lo esperaba en el sofá, con una mirada que parecía preguntar si estaba bien.

Ash no se molestó en responder. Optando en cambio por acomodarse a su lado, enredándose en su cuerpo, y obligándolo a servirle de colchón. Eiji pareció no tener problema con ello, dejando que sus dedos acariciaran sus mechones de cabello, mientras la película que ahora se proyectaba en el televisor, era vilmente ignorada.

Disfrutó del contacto, mientras Eiji parecía intentar entender la trama de lo que sea que estuviera viendo, su mirada divagando entre los espacios del departamento que ahora era su hogar. Era lindo y agradable, y que tuviera dos pisos le decía que Eiji no estaba para nada corto de dinero, como hubiera tenido en un primer instante. Con el primer piso ocupado por las habitaciones de uso común, y las alcobas guarecidas en el segundo.

Soldier's homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora