A lover's garden.

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How vainly lovers marvel, all /To make a body, mind, and soul/Who, winning one white night of grace,/Will weep and rage a year of days,/Or muse forever on a Kiss

-Allen Gingsberg

Yut Lung pasó sus días en Hong Kong con una naciente migraña que no parecía tener fecha de caducidad

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Yut Lung pasó sus días en Hong Kong con una naciente migraña que no parecía tener fecha de caducidad.

Aún si se había encargado de seleccionar muy cuidadosamente a los hombres que le acompañarían en esta nueva cruzada; pronto se había dado cuenta de una verdad ineludible.

Ninguno podía hacer tan buen trabajo como el de Sing.

Y, no es que fuera que el amo Lee no tuviera visión a futuro, o fuera tan denso como para creer que su mano derecha era alguien de quien no necesitara disponer. Sin embargo, y sin importar la clase de incentivo que pusiera frente a él, Sing siempre se había mostrado reacio a dejar el nido de ratas donde había nacido.

Ninguna cantidad de dinero, ni promesas de poder parecían ser capaces de hacer el truco.

—Comiquísimo.

Diría Yut Lung.

—Parecería que alguien ya te tiene bajo un potente hechizo.

Sing simplemente se limitaría a mirarle de mala manera, mientras rodaba los ojos y se elevaba de hombros.

No tengo idea de qué hablas.

Pero Yut Lung era mucho mejor mentiroso que Sing. Y, mejor detective, también.

Aunque, crédito aparte, uno no tenía que ser realmente un genio para averiguar el nombre y apellido del culpable de su actual predicamento.

Y, como en muchos otros aspectos de su vida, la raíz de todas sus desdichas podía rastrearse hacia una única persona.

Eiji Okumura.

Yut Lung debería agradecerle, quizá, con un animal muerto en su correo.

Ya que, gracias a él, ahora tenía que aguantar el desempeño menos que impoluto de sus hombres.

Quizá no sería mala idea intentar volver a empezar a contratar. Sólo para darles un nuevo incentivo, en forma de la desaparición de su sueldo.

Se encontró a sí mismo, entonces, dedicando esos últimos meses de mudanza encerrado en la que sería su nueva casa, escuchando los murmullos de su nueva red de inteligencia. Aprendido los secretos de las calles, los nombres importantes, y sus rostros también. Mientras que, con ojo vigilante, intentaba mantener aún en control su ya pasada y aburrida vida en Nueva York, donde Sing había decidido quedarse, y donde nunca pasaba nada interesante.

Al menos, hasta que esos rumores le hubieran alcanzado.

... ¿qué dices?

Yut Lung aún era capaz de recordar la forma en la que su rostro se había deformado, cuando esas palabras hubieran sido registradas.

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