Capítulo 4

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-Lo siento primo, es que fui a comprarle flores y en el camino puede que me haya olvidado la billetera y haya tenido que volver a buscarla, para después ir a comprar las benditas flores y quizá haya tardado mucho en elegirlas -comentó con rapidez el más alto poniendo una, según Agus, adorable carita de perrito mojado.

-Lo que cuenta es la intención -contestó sonriente tomando el ramo entre sus manos, se acercó al mayor para depositar un suave beso en su cachete y dejarle un espacio para pasar a su casa-. ¿Fuiste caminando?

-Sí, tengo auto pero pensé que el lugar quedaba mucho má' cerca de lo que era y me perdí en el camino -murmuró aún más apenado que antes, adentrándose en la casa del de ojos cielo-. Que hermosa casa, primo...

-Ese es el problema de irte a un lugar que no conoces cuando es tu primer día viviendo ahí -comentó entre risas el enano poniendo las flores en agua-. Gracias, no es la más ostentosa pero a mí me gusta mucho...

-Es muy acogedora y hogareña, me gusta...

Luego de unos minutos, ambos ya estaban en el auto de Marcos yendo hacia el lugar donde cenarían. Según el más alto, había estado buscando varios lugares buenos por la zona, pero se había decidido por uno no muy conocido que se veía muy lindo. Estaban a media hora más o menos, así que el platense decidió preguntar algo para conocerse un poco más.

-¿De qué trabajas? -indagó Agus con una sonrisa.

-Si se lo digo, ¿No me va a juzgar? -interrogó nervioso el mayor, poniendo en duda al enano en saltar del automóvil en movimiento si llegaba a ser algo muy turbio.

-No, ¿Por qué lo haría? -sonrió con amabilidad el chico.

-Bueno, soy dueño de una empresa... Era de mi papá, pero él decidió que era hora de alejarse del mundo empresarial y poder pasar más tiempo con mi madre. Así que decidí hacerme cargo, por eso me mudé acá, mañana voy a ir a la empresa a ver cómo está todo y que mis empleados me conozcan -comentó el más alto con una amplia sonrisa.

-Fua... ¿Y por qué te juzgaría? Hiciste una acción re linda con tu viejo y encima sos dueño de una empresa, es totalmente admirable -soltó el enano viendo a su acompañante con asombro.

-Es que to' el mundo me mira raro cuando lo cuento -dijo levemente incómodo recordando a sus amigos diciéndole que tenía una vida fácil por heredar una empresa a su corta edad.

-Pero yo no soy todo el mundo -aseguró el enano con una amplia sonrisa.

-Me gustaría que algún día sea el mío... -suspiró sonriente el más alto mientras llegaban a un restaurante que parecía una cabaña vieja pero acogedora, con luces por fuera rodeando las mesas y un par de árboles al rededor -¿Le gusta?

-Es... Simplemente perfecto... -susurró el ojiceleste con ternura-. Tenés buenos gustos, tengo que admitirlo...

-Obvio primo, uste' es la prueba viviente de eso -aseguró con una sonrisa mientras estacionaba el auto-. ¿De qué trabaja?

Preguntó el salteño bajándose del auto. Ambos caminaron en silencio hasta una mesa del lugar, mientras Agustín buscaba las palabras justas para explicar su trabajo, mientras intentaba evitar todos los pensamientos intrusivos que pasaban por su mente. Ya sentados en la mesa, y habiendo pedido su comida, el más bajo contestó.

El Hombre De Al Lado // Margus //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora